La petrolera estatal confirmó su retiro de la provincia en 2027, y el Secretario General del Sindicato de Petróleo y gas Privado cuestionó que la empresa estatal, Terra Ignis, pueda hacerse cargo. Por ahora el sector en la provincia vive un futuro incierto.
La decisión de YPF de abandonar sus operaciones en Tierra del Fuego hacia 2027 ha encendido alarmas en el sector energético, el gobierno provincial y entre los trabajadores. Luis Sosa, Secretario General del Sindicato del Petróleo y Gas Privado, confirmó el plan de retirada en diálogo con medios locales, marcando el inicio de una transición llena de desafíos: desde garantizar la continuidad laboral hasta resolver los pasivos ambientales que la empresa dejará tras décadas de actividad.
Sosa no ocultó su inquietud al recordar los casos de Santa Cruz y Chubut, donde la salida de YPF derivó en procesos prolongados de reestructuración. “No sabemos a dónde se trasladará el personal, pero los antecedentes no son alentadores”, admitió. La próxima semana, el sindicato se reunirá en Buenos Aires con el gobernador Gustavo Melella y ejecutivos de YPF para delinear estrategias, aunque el dirigente aclaró que aún no hay certezas sobre cuántos puestos de trabajo se verán afectados.
El gobierno fueguino apuesta a que la empresa estatal Terra Ignis tome el control de los activos, pero Sosa fue contundente: “No explora, ni explota y no tiene necesita una socia con solvencia económica”. Explicó que la empresa estatal no tiene capacidad operativa ni financiera para explotar yacimientos. Necesita una socia con músculo económico. Entre las candidatas mencionadas figuran la canadiense Crown Point, consorcios árabes y una firma italiana vinculada a la primera ministra Giorgia Meloni, aunque el sindicalista descartó que alguna haya cerrado tratos.
La geopolítica también juega en contra. El gobierno nacional habría descartado empresas chinas, para evitar tensiones con Estados Unidos, árabes, por el conflicto en Medio Oriente, y británicas, históricamente vetadas en la provincia. “Hay presión de Nación”, reconoció Sosa, aunque evitó señalar si existe una operadora favorita.
Más allá de los empleos, el mayor escollo es el pasivo ambiental. YPF deberá presentar un plan de remediación, pero el sindicato advierte que las negociaciones avanzan con lentitud. “2027 parece lejano, pero estos procesos son técnicamente complejos”, afirmó Sosa. A esto se suma la reticencia de las petroleras privadas a asumir costos heredados, lo que profundiza la incertidumbre.
Sobre una posible extensión del convenio con YPF, el dirigente fue claro: “Su salida es irreversible”. Mientras, Terra Ignis, hoy una estructura mínima, deberá escalar en tres años para gestionar los recursos, aunque su viabilidad dependerá de que encuentre un aliado con capital.
La reunión en Buenos Aires de los próximos días podría definir el rumbo, pero Sosa se mostró cauto: “Primero hay que escuchar”.
Con YPF en retirada y un abanico limitado de reemplazos, Tierra del Fuego enfrenta una encrucijada que pondrá a prueba su estabilidad económica, su política energética y la suerte de cientos de trabajadores.