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Río Grande
19 de mayo de 2024

¿Vuelven los chinos?

Por Néstor Schumacher.-

Hace unos cuantos días recorrió el circuito mediático una noticia que, al menos para mí, pasó sin pena ni gloria; pero podría tener un impacto de magnitud en la Provincia. También dicha noticia, acarrea una historia de negociaciones cubiertas por un manto de sospecha, acuerdos incumplidos y juicios pendientes: uno de los escándalos de la gestión Ríos, que hoy casualmente, forma parte de la coalición de gobierno. Me refiero al famoso polo energético de capitales chinos.

¿Cuál fue la noticia? El gobernador, Gustavo Melella, instruyó al Fiscal de Estado para suspender los plazos procesales de la causa Tierra del Fuego Energía y Química S.A. El fallo, a primera vista, es simplemente la apertura de un nuevo período de negociaciones entre las partes. Recordemos que durante la gestión Ríos se firmó el convenio, se cobró un adelanto de USD 30 millones, pero nunca se pasó a la construcción de la planta. Pasaron los años y las gestiones y el juicio siguieron en un limbo hasta ahora. Desde que leí la noticia un par de preguntas me vinieron a la mente: ¿Por qué ahora? ¿Qué hay detrás del posible acuerdo?

Creo que antes de todo, tendríamos que hacer un poco de memoria y, también, dar un poco de contexto a los que por ahí no estaban en la provincia durante ese período.

La relación China-Tierra del Fuego es una de muchas promesas y expectativas, pero pocos resultados palpables. Es más, me atrevería a decir que, para buena parte de los fueguinos, cuando decimos China antes que inversión y progreso pensamos en corrupción o negociados. La “locura” por China y sus posibles inversiones arrancó en el 2004 y la provincia no fue ajena a las mismas, sino que podríamos decir pionera: el por entonces gobernador, Jorge Colazo, fue parte de la comitiva presidencial que visitó el gigante asiático en 2004.

El cenit fue la visita del presidente Hu Jintao en noviembre de 2004. Era la primera relación fuerte del gigante asiático y nuestro país luego de su incorporación a la OMC en diciembre de 2001 y ya comenzaba a vislumbrarse para muchos que el modelo de negocios chino era proactivo y con mucho interés en potenciar recursos naturales. Podríamos decir que se creó una especie de fantasía popular, donde China era el tío rico que podía solucionar todos nuestros problemas. El país recién comenzaba a levantar cabeza luego de la crisis de 2001 y la llegada de Hu Jintao fue un hito que marcó una agenda internacional por parte de Néstor Kirchner más enfocada a las relaciones sur-sur que la histórica dependencia de Estados Unidos y Europa.

De esa visita de 2004, nos quedaron poco más que algunas fotos y banderitas a los fueguinos: ninguna de las inversiones chinas había llegado, a diferencia de las otras provincias. No fue hasta 2010 que tuvimos nuestro segundo intento: ahora la gobernadora era Fabiana Ríos y los chinos venían en búsqueda de algo puntual: el gas. Así nació Tierra del Fuego Energía y Química S.A, que proponía una inversión de USD 800 millones en tres años y miles de puestos de trabajo directos e indirectos. La proverbial gallina de los huevos de oro nos había tocado a nosotros. Tan pronto como se firmó el convenio arrancaron los problemas: se hizo en el inicio una contratación directa, pero la Corte rechazó la misma, dado que se debía pasar por un proceso licitatorio. Luego, de ese acuerdo, vimos que el precio del gas acordado era menos de la mitad del valor del BTU internacional.

Tampoco había sustento técnico, desde la provincia nunca se presentaron los informes que certificaran la existencia de reservas suficientes para abastecer la demanda del gigante asiático. Si hacemos un repaso por los diarios y entrevistas de la época veremos que en su momento se habló de una posible construcción de viviendas por parte de los chinos y hasta de un hospital, como “adelanto” por el convenio, algo que se terminó resolviendo en USD 30 millones para las arcas del estado.

De la planta no se supo más nada y hasta el día de hoy, el terreno sigue siendo un baldío. Desde el ala dura de Ríos le endilgaron la responsabilidad a los funcionarios nacionales y se acusó a la oposición de querer “trabar” el acuerdo. En una entrevista radial, cuando la gobernadora Río transitaba su período de reelección, tuve la oportunidad de preguntarle por este convenio. En aquel momento, la mandataria reconoció, luego de la fallida relación con las empresas chinas, que las mismas estaban “flojitas de papeles”. Sus palabras, no las mías.

Así arrancó un largo proceso legal que continúa hasta el día de hoy. Un dato, que aún no mencionamos, es el de una figura central en todo este escándalo de inversiones: Fernando Lin. Un empresario chino, con lazos fuertes a Franco Macri, hombre de pisada fuerte en las negociaciones con China sin importar quién estuviese en el gobierno.

Lin funcionaba, y todavía funciona, como un lobbysta en las relaciones comerciales chino-argentinas. Aunque la provincia se encontraba en litigio con él, Lin participó de las renovaciones de coches para las líneas Mitre y Sarmiento, uno de los logros de gestión más importantes del ex-ministro del Interior, Florencio Randazzo. No se quedó afuera del armado en la gestión Macri, dada su extensa relación con el padre del mismo. Y aunque parezca sorprendente, la figura de Fernando Lin sigue presente al día de hoy: hace unos pocos días tuvo una reunión con el embajador argentino en China, Luis María Kreckler, para “iniciar una agenda de trabajo conjunta”.

La falta de asesoramiento profesional en áreas críticas, por falta de capacitación en los funcionarios, lleva muchas veces a depender de cabilderos u operadores externos, que ejercen el rol de intermediarios en negociaciones donde hay fuertes choques culturales. Lin, que ya tiene un negocio fallido y es querellante contra el Estado, es otra vez el hombre que “negocia” los acuerdos de Tierra del Fuego con las empresas chinas.

Ahora bien, tenemos los antecedentes y la, hasta ahora, fallida relación entre China y Tierra del Fuego. ¿Por qué ir por un tercer asalto con los chinos?

Más que buscar una inversión china, se “cae” en un intento acuerdo con ellos. Hoy la situación económica está en un punto crítico, con reminiscencias del 2001. Los occidentales quieren saber poco y nada con la Argentina y es difícil que inyecten dólares en la provincia. Pensemos que en nuestra historia como país, pocas veces hemos pagado nuestros compromisos en tiempo y forma: la provincia sólo tomó una vez deuda internacional, con el objetivo de desarrollar obras estructurales, y hoy se utiliza para cuentas corrientes y subsidios. Si Tierra del Fuego no pudiese pagar los famosos bonos, ¿A quién recurriría? Cuando la realidad es compleja, siempre caemos en el reino de la fantasía. Parece que con la vuelta de Ríos a una posición de poder, buscamos la salvación en el Este.

A mi entender, la búsqueda de un acuerdo por Tierra del Fuego, Energía y Química S.A es un paso inicial, no el final del camino. La trunca empresa hidrocarburífera aparece en un momento donde desde San Martín 450 intentaba instalar una nueva empresa similar: Terra Ignis, otra sociedad anónima con participación público-privado para la explotación de gas en la provincia.

El proyecto encontró resistencia en la Legislatura por la falta de fondos para su emplazamiento, algo que fácilmente se solucionaría si Fernando Lin puede acercar la idea a algún empresario amigo. No sabemos cuál sería la magnitud del acuerdo y qué incluiría, pero podemos hacer algunas conjeturas bien fundamentadas. En esas ironías de la vida, uno de los más críticos del acuerdo con los chinos fue Moisés Solorza, que calificó el mismo en una nota de opinión para Dar la Palabra, de escandaloso y con serias sospechas de corrupción. Hoy Solorza ocupa la Secretaría de Energía, así que podría ser él quién continúe la negociación de, en sus palabras, el famoso “cuento chino”. Esperemos que en esta ocasión los resultados sean más positivos.

Sabemos que la isla tiene una deuda que, con la creciente devaluación de la moneda, se volvió insostenible. Los famosos USD 200 millones no son los de 2016 con el dólar a $14 y con la crisis económica derivada de la pandemia, tampoco contamos con los mismos ingresos en divisa extranjera parte de las regalías.

Con la caída de la actividad industrial y comercial, también hay un fuerte nivel de desempleo: sin algún tipo de medida que cree puestos de trabajos genuinos la cantidad de habitantes en la provincia se vuelve inviable. Sin muchas más alternativas, diría que la “bala de plata” que le queda al melellismo es buscar un socio chino. No sería descabellado pensar en un acuerdo por el litigio existente para luego insertar nuevos socios, o los mismos, en una nueva organización para la explotación de gas en nuestro territorio. Aunque más complejo, podríamos hasta pensar en un acuerdo masivo donde la deuda externa provincial pase a nuevas manos: las chinas o un proyecto e infraestructura que se “pague” con acciones de la empresa.

Hasta ahora, más de uno me diría: bueno, mejor los chinos que los norteamericanos. Aquí, la diferencia reside en cómo se componen los compromisos a la forma occidental y a la china. Históricamente, las tomas de deuda que involucran de alguna forma a una organización occidental, sea país, empresas que compran herramientas financieras como bonos u organismos como el FMI, tienen puntos a favor y en contra. En contra el más destacado, y más sufrido por los argentinos, son las famosas recetas, donde el organismo financiero brinda objetivos y medidas condicionantes para el sostenimiento del crédito. A favor diríamos que son relativamente fáciles de negociar: cuando se incumple el pago, para nosotros una constante, suele haber períodos de gracia o quita de intereses para que los bonistas reciban la cancelación de la deuda. En los casos extremos, donde se llega a embargos, se hacen sobre bienes muebles, como fue el caso de la Fragata Libertad.

El caso chino es una antípoda de los occidentales. Con tasas y períodos de pago bastante más flexibles en muchos casos, el gran peligro de una deuda con algún elemento estatal chino, que dicho sea de paso conforman buena parte de las empresas, son los colaterales.

A diferencia de otros, los bancos o empresas chinas optan por tomar garantías en forma de recursos naturales o la misma infraestructura que ayudaron a construir. Pensemos algunos casos alrededor del globo: Pakistán, Sri Lanka, Filipinas y Bangladesh. Todos países con un fuerte déficit de infraestructura y en necesidad de fondos para potenciar el desarrollo de sus territorios. En estos casos, apareció una empresa o banco chino, siempre con participación estatal, que no sólo brindó los fondos, sino que ayudó con la construcción. Pasado el período de gracia, que usualmente ronda los 10 años, estos países no pudieron pagar su deuda. En vez de iniciar un proceso de renegociación, China tomó control de los colaterales. El puerto de Gwadar en Pakistan, Hambanto-ta en Sri Lanka; en Bangladesh hablamos de los ferrocarriles y los derechos fluviales del río Padma como algunos ejemplos.

¿A qué quiero llegar con esto? Debemos ser precavidos a lo hora de firmar un acuerdo o convenio, sea con quién sea. No contamos con el mismo nivel de capacitación sobre el alcance total de las inversiones chinas o los acuerdos que involucran deuda. Esa fantasía, potenciada por los contextos de crisis, nos lleva a pensar que los chinos son nuestros salvadores, cuando son empresarios que buscan su beneficio como cualquier otro. Los métodos de negociación, sean chinos o norteamericanos, no son buenos ni malos: simplemente son las condiciones que ellos establecen para prestar dinero o realizar una obra de infraestructura. En el caso chino, el sector privado y público están amalgamados en una relación tan intrínseca que las necesidades son de agenda común. Desde la asunción de Xi Xinping, China trabaja de forma incansable en el BRI (Belt Road Iniciative), un revival de la Ruta de la Seda en el Siglo XXI, que permita hacer llegar los productos chinos de forma rápida y barata a todos los rincones del mundo. Para ello, se requieren grandes cantidades de infraestructura alrededor del mundo, en lugares claves como el Océano Índico (donde están la mayoría de los países menciona-dos), África, donde los chinos cuentan con una variedad de inversiones y hasta podría ser, un puerto en el sur del Atlántico a un paso del Pacífico. ¿Será esta una de los tantos reflotes del Puerto de Río Grande?

Hasta ahora, sabemos que se inició un proceso de acercamiento y negociación sobre la causa de la empresa energética Tierra del Fuego, Energía y Química S.A con el estado provincial. No sabemos cuál serán las repercusiones de este proceso, pero es casi un hecho que no es simplemente “cumplir” con una demanda de larga data.

El acuerdo, podría ser algo positivo que potencie el desarrollo productivo de la provincia y genere puestos de trabajos u otra cortina de humo don-de los adelantos “desaparecen”. Lo importante es que, a pesar de las necesidades que tengamos, no firmemos a ciegas y entendamos plenamente cuáles son las eventualidades que derivan de convenios o toma de compromisos. No hipotequemos nuestro futuro sin estudiar todas las variables, y abandonemos esa triste tradición de la política argentina de dejar el incendio para los que vienen.

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