Un ex diputado nacional y ex ministro nacional describió un sistema político «tramposo» en la provincia de Formosa, con control absoluto del oficialismo, persecución a la oposición y una sociedad adormecida tras 30 años de un mismo gobierno.
La agresión a la diputada radical Agostina Villaggi en un barrio de Formosa, a manos de una patota vinculada a un concejal oficialista, reactivó las críticas contra el gobernador Gildo Insfrán y su estilo de gobierno, descrito como autoritario y sin espacios para la oposición. Ricardo Buryaile, ex ministro de Agricultura de la Nación y referente opositor en esa provincia, analizó en FM Master’s el hecho en el contexto de un sistema que, asegura, perpetúa el poder mediante mecanismos «tramposos» y el control de los resortes del Estado.
«Los que tenemos actividad privada podemos mirar esto con más perspectiva. Hay una sociedad que, después de 30 años de una misma persona en el poder, se adormece», señaló Buryaile. Destacó que, debido a la extensión del mandato de Insfrán, gobernador desde 1995, «nadie que tenga menos de 50 años tiene conciencia política de lo que es alternar un gobierno en Formosa». La crítica apunta no solo a la falta de alternancia, sino a un entramado institucional que, según el exdiputado, anula cualquier disidencia: «La legislatura, desde 1995, no ha aprobado un solo proyecto de ley presentado por un opositor. Ni la declaración del día del jilguero».
El episodio de violencia contra Villaggi ejemplifica, para Buryaile, la impunidad del oficialismo. Relató que la diputada fue intimidada por una patota que descendió de una camioneta perteneciente a un concejal del peronismo, Marcelo Sosa, mientras repartía un locro en un barrio. «La policía estaba a 70 metros y no se movió. Había una camioneta del gobierno con chapa despintada frente a la comisaría», denunció. Agregó que los vecinos, tras el incidente, manifestaron temor: «Decían: ¿Cómo vamos a volver a nuestra casa?».
Buryaile atribuyó la persistencia de Insfrán en el poder a un sistema que combina dependencia económica del Estado -«el 70% de la población activa trabaja para el sector público»- y artilugios electorales como la ley de lemas, que permite al oficialismo presentar múltiples listas. «Hay 56 colectoras que apoyan a Insfrán. Entrar al cuarto oscuro es una locura», afirmó.
Sobre la reforma constitucional en marcha, la tercera en tres décadas, cuestionó que su único objetivo sea habilitar la reelección: «La Corte ya dijo que este mandato es ilegítimo. Insfrán no puede volver a ser candidato».
El culto a la personalidad y la coerción completan el cuadro. «Los docentes, si no profesan la misma ideología, pierden su trabajo. No hay sector privado; la gente teme por el plato de comida», explicó. “Ustedes tienen, más allá de lo que se discute hoy de Tierra del Fuego, tienen un sector privado en Río Grande, Ushuaia, tienen turismo. Pero en Formosa no hay sector privado salvo en el sector agropecuario. Entonces la gente tiene miedo de perder su laburo, porque no sabe si mañana morfa” añadió a su argumentación.
Buryaile insistió en que el problema no es la Constitución, sino quienes la manipulan: «Es una farsa decir que se reforma por modernidad. Solo buscan perpetuarse». La agresión a Villaggi, concluyó, es un síntoma de un sistema que ya no tolera ni siquiera la presencia simbólica de la oposición.
