Esta mañana se confirmó el fallecimiento de «El Gallego» Domingo Granja, un antiguo poblador de Río Grande, fundador de uno de los comercios más emblemáticos de la ciudad.
El historiador local Oscar «Mingo» Gutiérrez, confirmó la mala noticia y en su blog anotó detalles del empresario radicado en Buenos Aires, que murió a los 90 años.
“María José me contó hace un tiempo que ya no vendría por aquí, puesto que su corazón –en delicado estado- no podía ser expuesto al riesgoso trámite de viajar en avión”, dice el escrito de Gutiérrez en su blog Mensaje del Río.
Y agrega que “a principio de los 60 lo teníamos por aquí, en “la capital económica de la tierra del fuego”, trabajando en su condición de carpintero en sociedad con Ramón Trejo Noel, en un establecimiento situado en la vereda par de San Martín al 700. Un incendio terminó con ese primer emprendimiento y luego encararían llevar adelante una fábrica de mosaicos en Fagnano al 700, donde fue el bullicioso vecino de mi familia.”
“Cuando se inaugura la confitería del cine Domingo es un cliente habitual –se decía que no faltaba en ningún lugar de diversión- llegaba y ya le servían lo que él quería, y no pagaba por el consumo, una vez que al mes aparecía su administrador –Gonzalo Verategua, que hacía cheque por lo que sumaban los tikets”.
Y continúa diciendo que “allí fue que lo encontré el primer verano de mis vacaciones universitarias. Pensé que me iba a retar: que así yo en ese lugar cuando mi padre era un simple sereno de su firma. Pero lo que hizo fue citarme para el día siguiente. Me preguntó si era cierto que escribía bien a máquina, casi tanto como mi primo Toty, y con ello conseguí una tarea que me entregó un suculento sueldo que facilitó mi supervivencia y algunas cosas más. Domingo se mostró molesto cuando anuncié que ya tenía que volver a La Plata, me dijo si estaba disconforme de cómo le pagaba, pero Ramiro –su hermano- le dijo que yo estaba para otra cosa”.
“Por entonces habían encarado el mayor desafío: una Ferretería, extendiendo sus dominios sobre el solar donde había estado nuestra casa. Y algo más aún: compraron un barco –el Karina- para suplir las carencias de transporte que envolvían al pueblo luego de la quiebra de la naviera Peisci, pero no hubo el respaldo necesario en el comercio que se volcó a emprender la compra de camiones, supliendo todo transporte marítimo por el terrestre.”
“Y llegó el momento en que los hermanos se abrieron cada uno por su lado. María del Carmen, la sobrina que llegó con tres meses de Brasil, fue la que me puso al tanto de la triste novedad de la muerte del tío, en un encuentro que tuvimos en la Despensa El Sol.”
“Y yo me puse a pensar sobre esos migrantes de empuje, que llegaron sin mayor capital que la voluntad y el trabajo, que tanta identidad dieron a nuestro pueblo, ante el que se mostraban a veces son seriedad y otras con picardía, paradigmas de los cuales Domingo Granja es un entrañable recuerdo.”