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16 de abril de 2024

El primer viaje desde su reconstrucción el Irizar llegó de la Antártida

El Rompehielos Almirante Irízar llegó al Puerto de Buenos Aires desde la Antártida, a donde volvió a reabastecer con éxito las bases argentinas luego de una década desde el incendio casi total de la nave, y a transportar la dotación científica de la campaña de verano que movilizó «unas 1200 personas», afirmó el comandante conjunto antártico, Pablo Fal.

«Para esta campaña movilizamos unas 1200 personas, lo que es un sacrificio y un esfuerzo muy grande que demuestra el trabajo que se hizo en equipo, con mucha seguridad y cuidándose entre todos: estamos contentos y orgullosos», dijo Fal en diálogo con Télam durante la navegación de entrada del Irízar a Buenos Aires.

Fal consideró que «fue una campaña muy exitosa porque hemos dado el apoyo a la ciencia argentina con la Dirección Nacional del Antártico».

«La Antártida es un continente con mucho futuro, tenemos nuestras 6 bases permanentes con 214 personas haciendo soberanía todo el año, y eso es importante para que todos los argentinos sepan que hay mucha gente que tiene mucha garra», reivindicó emocionado de llegar al Puerto de Buenos Aires, cuando ya divisaba la silueta de la costa porteña.

La prensa pudo ver en acción a la tripulación del Irízar porque abordó el buque a la altura de Rada La Plata, interceptándolo con un buque de río.

El Almirante Irízar se desplazaba con movimiento imperceptible en el estrecho canal transitado por enormes barcos petroleros y cargueros, hasta alcanzar amarra en la Dársena E, en la que también estaciona el buque polar británico Protector, el primer barco extranjero que se sumó en noviembre a la búsqueda del Submarino San Juan.

En el puente de mando, el comandante del Irízar, Alejandro Mangiaterra, y el jefe del comando operacional de las Fuerzas Armadas, Carlos Pérez Aquino, atendían junto a una veintena de oficiales y prácticos al enorme desafío no ya de los hielos polares sino del de atracar el enorme buque en el Puerto.

La Campaña de Verano 2017-2018 comenzó con la zarpada en noviembre del aviso polar Estrecho San Carlos y el transporte naval Canal Beagle, al que se sumó el Irízar desde el 26 de diciembre para viajar de Ushuaia a la Base Marambio.

«Fue el primer desafío porque el Irízar rompió hielos de entre cinco y siete metros (de espesor) después de diez años», relató Fal.

A Marambio siguió Petrel y Esperanza, para llegar el 20 de enero a la Base Belgrano II, la argentina más austral, a unos 5.000 kilómetros de Buenos Aires.

«Hay 17 argentinos del Ejército que estaban hace 14 meses esperando la llegada del Irízar. Tuvimos muy buena meteorología, llegamos rompiendo hielos hasta 11 millas de la costa, que son unos 15 kilómetros, y finalmente el buque se comportó de manera muy satisfactoria, los helicópteros Sea King funcionaron de maravilla, e hicimos un trabajo conjunto fantástico en siete días», ponderó.

La campaña antártica transcurrió en el período en el que buques de una docena de países buscaban, sin hallarlo, al San Juan: «La zarpada del barco después del submarino San Juan era hacer un esfuerzo inmenso por nuestros 44 marinos», compartió Fal.

«En cada maniobra que hacíamos, pensábamos que teníamos que hacer más. Pudimos hacer el abastecimiento de Belgrano II, rendimos el justo y merecido homenaje a los 44 en una foto que fue muy emotivo hacer, después volvimos a Ushuaia donde se reabastecía el transporte Canal Beagle, y comenzamos la parte final».

El Irízar volvió a Marambio con el buque Estrecho San Carlos y dos vehículos anfibios a rueda para replegar tres helicópteros de Fuerza Aérea y el avión para anevizar Twin Otter, y en forma simultánea llegó el imponente avión Hércules.

Finalmente, el Rompehielos llegó a la Base San Martín, operada por el Ejército, visitó la estación de investigación del Reino Unido Base Rothera, también en la Península Antártica; y la Palmer, de Estados Unidos.

«En la Palmer, la jefa científica de la base nos preguntó cómo andaban los helicópteros… y al día siguiente recibimos el requerimiento para darle asistencia y rescate a cinco científicos norteamericanos que estaban en la Isla Joinville, que queda cerca de Marambio, en el Golfo de Erebus y Terror, una zona en que hay mucho hielo», indicó.

Tuvieron que desviar la derrota del barco enfilando a la Isla Joinville, donde un buque polar norteamericano estaba a diez millas sin poder llegar. «Llegamos nosotros a una milla y rescatamos con helicóptero a los científicos y a todos sus trabajos», siguió.

«La nuestra es una profesión de riesgo, somos marinos que juramos defender la patria incluso con la vida, y por todos los que han fallecido en la gesta de Malvinas y en muchos buques que se hundieron, además del Submarino San Juan, estamos obligados a seguir adelante y construir por estos seres anónimos que cumplieron sus funciones», reivindicó.

De regreso a casa luego de tres meses y diez días, los antárticos aseguran que «el Rompehielos participa de ahora en adelante en todas las campañas de verano, pero lo más importante es que, si llega a haber alguna emergencia en la Antártida, está listo para ir».

 

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