El secretario general del gremio aseguró que la obra pública y privada están paralizadas en todo el país. En la provincia, aseguro que ni los hoteles ni el puerto ni las obras de la Famp están en marcha “Todos hablan, hablan y nadie hace nada”
En una entrevista por FM Master’s, el secretario general de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) en Tierra del Fuego, Julio Ramírez, pintó un panorama desolador para el sector, marcado por la paralización de obras públicas y privadas en todo el país. Con un lenguaje crudo y directo, Ramírez aseguró que la situación actual es peor que cualquier crisis previa, incluida la de 2001, y explico que esta decepcionado con el gobierno nacional por lo que calificó como un abandono deliberado de los trabajadores.
«Desde que subió este presidente, las obras públicas se terminaron en todo el país, más en Tierra del Fuego. Tierra del Fuego creo que es la provincia más castigada», afirmó Ramírez. Su diagnóstico no dejó margen para matices: «Estamos en la misma posición, sin trabajo, con una desocupación total, casi del 100%”.
Consultado sobre la obra privada, el dirigente descartó que exista algún tipo de reactivación. «En Ushuaia teníamos algunos hoteles que se iban a empezar, se estaban haciendo, pero está todo parado, se paró todo», señaló. Además, mencionó el frustrado proyecto del puerto como otro ejemplo de la inacción estatal: «Al final seguimos igual, sin ninguna obra. La verdad que es un desastre. Con el verso del pueblo que no arranca más”.
Ramírez fue particularmente duro con las políticas del gobierno nacional, a las que acusó de perjudicar intencionalmente al sector. Agregó que, sin inversión en infraestructura, el país no tiene futuro: «La construcción es la madre de los trabajos. Sin construcción, creo que el país no va a ningún lado».
Respecto a las posibles salidas, el secretario de la UOCRA se mostró pesimista. «Si este gobierno sigue así, yo creo que nada. La única solución es que cambie la actitud», sostuvo. Incluso las iniciativas provinciales o municipales, aunque bienintencionadas, parecen insuficientes: «Con lo poco que puede recaudar la municipalidad, va a tratar de hacer algo, pero mucho no va a ser. No es la solución para la mano de obra desocupada».
Entre los proyectos que podrían generar empleo, Ramírez mencionó el convenio con la empresa ina y la base naval integrada, aunque advirtió que las trabas políticas los mantienen en stand-by. «Los únicos inversores que pueden hacer algo en la Argentina hoy son los chinos, pero siempre hay trabas», explicó.
Respecto a la Famp y las inversiones dijo “Todos hablan, pero nadie hace nada. Estoy desilusionado pensé que ibamos a estar mejor que la gente iba a estar mejor. Nunca pasamos una miseria como la de ahora.”
El impacto social de la crisis ya es visible. «El 70% de los que trabajaban en la construcción en Ushuaia no están. Se volvieron a sus provincias a ver si hacen algo, porque acá no pueden ni comer», relató.
En sus palabras finales, Julio Ramírez expresó un deseo que resume la desesperanza del sector: «Ojalá Dios quiera que cambie esto y que empecemos a trabajar, aunque sea de a poco».
