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Río Grande
26 de abril de 2024

Finalizó la primera Campaña Binacional de Cooperación Científica en el Canal Beagle

Jacobo Martín es oceanógrafo, investigador independiente del CONICET y responsable del Laboratorio de Oceanografía y Procesos Costeros del CADIC y formó parte de la comitiva de científicos que partió el 9 de noviembre a bordo del buque Víctor Angelescu.

Con la intención de saber un poco más de su intervención en la campaña, EL ROMPEHIELOS mantuvo un diálogo con el especialista quien habló del intenso estudio de alta resolución temporal realizado durante los seis días, abarcando el canal compartido con Chile, desde el hito XXXI al oeste del Parque Nacional Tierra del Fuego hasta un punto al este de cabo San Pío, lo que corresponde a unas 80 millas náuticas aproximadamente.

Durante la campaña, se tomaron numerosas muestras y datos a lo largo del Beagle y además se dejaron anclajes en el fondo del canal, con instrumentos que registran variables o toman muestras autónomamente.

Martín  afirma que el canal “es muy interesante, relevante y especial. Es único, porque Tierra del Fuego es la única tierra emergida en esta latitud, y porque el canal conecta los dos mayores océanos del planeta, pone en contacto directo aguas de origen oceánico con glaciares continentales y además la región está bajo la influencia de la mayor corriente del planeta: la Corriente Circumpolar Antártica”.

“Acá estamos en el trayecto de esa corriente. Es la mayor corriente del mundo, incomparable en términos del agua que transporta. Uno de los aspectos interesantes del canal Beagle es que representa un oasis de paz dentro de un contexto regional de altísima energía. Todo el interior del canal es una zona mucho más calma que sus alrededores” detalla. 

El canal Beagle, su morfología y funcionamiento interno

Debido a las variadas glaciaciones que se dieron en el canal -la última tuvo su máximo hace 20 mil años, cuando una espesa capa de hielo cubría el canal Beagle hasta Punta Moat- su fondo posee una geografía muy irregular y accidentada, producto del poder erosivo de los glaciares en movimiento.

Teniendo en cuenta este dato, el investigador asegura que  “el agua en el canal Beagle  fluye hacia el este, desde el océano Pacífico hacia el Atlántico, y no lo hace de una manera continua, debido a los grandes desniveles del fondo. La consecuencia de ello es que el agua que circula entre el faro Les Éclaireurs y punta Paraná no puede salir totalmente por el estrecho Paso Mackinlay, de sólo 20 metros de profundidad. Sólo sale la capa de agua más superficial, el resto lo hace más lentamente”. Como consecuencia de esto, el sector del canal Beagle al oeste de isla Gable, es una zona de baja energía, donde la retención de partículas está favorecida. Por ello, los vertidos de materia orgánica desde la costa en esta zona no salen fácilmente hacia el Atlántico, una parte tiende a acumularse dentro”.

La trampa de las salmoneras

Por esta particularidad del canal, diversos investigadores del CADIC son críticos respecto a la posibilidad de la instalación de salmoneras, “porque no estamos en una zona bien ventilada, la circulación del agua es relativamente lenta y además ya hay muchos aportes de materia orgánica de origen natural: por las propias microalgas del mar, la descarga de ríos y arroyos, las turberas y el propio bosque que llega hasta la línea de costa” afirma el geólogo.

Al cuestionamiento científico se suma el de la sociedad fueguina, quien junto a distintas organizaciones locales y nacionales, se han manifestado en contra del acuerdo firmado entre Noruega, Argentina y el ejecutivo provincial, que busca instalar la industria en el canal.

Ello no sólo provocaría un impacto ambiental irreversible en el canal, afectando su biodiversidad mediante la contaminación de sus aguas, sino que además competiría de manera desleal con el sector turístico y de pesca artesanal, afectando de manera directa e indirecta a una de las principales fuentes de trabajo local.

Un  poco más acerca de la investigación

Al inicio, contábamos que durante la campaña, se dejaron anclajes en el fondo del canal, con instrumentos que registran variables o toman muestras autónomamente.

Al respecto el especialista explicó que “uno de estos fondeos estuvo midiendo con alta resolución durante cinco días el flujo vertical de partículas, el cual es fundamental como vínculo entre lo que la fotosíntesis produce en superficie y lo que termina en el fondo del mar. No esperaba que colectáramos mucho material en tan pocos días y el resultado fue para mí una sorpresa: es notable la cantidad de material biogénico que se produce en las aguas del canal y cae al fondo en esta época del año”.

A su vez, el buque de última tecnología posee debajo de su casco un sensor de las corrientes. En este caso “lo que hicimos fue repetir una serie de navegaciones en puntos estratégicos, cortando de costa a costa a intervalos de varias horas, lo que nos permitirá tener una sección a través del canal para entender cómo fluye el agua y cuánto volumen es transportado, y cómo ese flujo cambia con las mareas. Esto es muy importante, entre otras cosas, para calcular cuánto tarda el agua de esta parte del canal en irse en dirección al Atlántico. Es la primera vez que se hace algo así porque hasta ahora había una frontera infranqueable para hacer ciencia de costa a costa del canal Beagle en una misma campaña”.

Paralelamente, el científico agregó que cerca de Lapataia se instalaron otros instrumentos que, fijados cerca del fondo, medirán las corrientes,  la temperatura, la salinidad y el oxígeno disuelto del agua del canal.

Aquí  asevera que “la temperatura y la salinidad determinan la densidad del agua y cómo ésta se estructura verticalmente. Además nos informan del tipo, características y origen de las aguas del canal. Junto con las mediciones de corrientes podemos saber de dónde proviene y adónde va el agua. Por su parte, el oxígeno disuelto también ayuda a entender las características y origen del agua marina y además tiene un valor añadido como parámetro ambiental. El oxígeno disuelto puede variar por cuestiones de poca circulación del agua y consumo por la respiración de los animales y descomposición de la materia orgánica. Es importante tener series temporales cerca del fondo para entender cuánto, y cuándo, varía este importante parámetro”.

“Estos fondeos aportarán datos muy novedosos porque no hay un estudio de corrientes de largo plazo, generalmente son medidas puntuales”, afirma, con expectativas de que el estudio resulte positivo.

TF: ¿Cómo sigue la campaña?

JM: Quedó un anclaje que estará midiendo las corrientes durante algunos meses, hasta que vayamos a recuperarlo. Pero esa es sólo una pequeña pata de todo el esfuerzo de la campaña. Los objetivos primordiales diseñados por los jefes de campaña se cumplieron al 100% durante los seis días que duró. Ahora queda por delante una fase más prolongada de análisis en laboratorio, procesado e interpretación de datos.

La reciente campaña fue una apuesta de mucha gente por desbloquear una situación complicada hace tiempo, y desde ese lado nos ilusiona mucho a todos el ser testigos de la ruptura del hielo de una guerra fría enquistada, con consecuencias muy positivas para la ciencia y para todo.

Me gustaría que esto fuera el primer paso para una cooperación científica más fluida con Chile. Hay un fuerte deseo de afianzar y avanzar en los estudios integrales del canal. Las corrientes marinas y los ecosistemas son los que son y no obedecen a fronteras políticas.

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