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26 de abril de 2024

Argentina: El riesgo alimentario subió al 35% y se presenta una mayor necesidad de atención sanitaria

Los números son contundentes y cada vez más duros. La pobreza infantil en Argentina aumentó a su nivel más alto en 10 años y afecta al 51,7% de los niños y adolescentes del país, según el último informe del Barómetro de Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina.

Los datos del relevamiento fueron dados a conocer en una conferencia de prensa a la que asistió Infobae y corresponden al año 2018, donde más de 45 millones de personas en Argentina atravesaron una devaluación de más del 100%, una inflación de 47,6%, un shock tarifario y una caída en el empleo que todavía hoy se observa en las estadísticas que no han podido revertirse.

De los varios de los puntos negativos del reporte se destaca que un 29,3% de los chicos tuvo déficit en sus comidas y un 13% pasó hambre durante 2018. A su vez, cada semana crece de manera constante la asistencia a comedores infantiles, el cual alcanzó el 35%.

En la investigación que realiza la UCA desde 2010 se relevan datos sobre alimentación, salud, hábitat, subsistencia -pobreza-, crianza y socialización, información, educación y trabajo infantil. De estos datos, los que se analizan para determinar la pobreza son alimentación, hábitat y salud que son los 3 aspectos que muestran lo preocupante de la situación actual.

«Los chicos son los más afectados en este tipo de crisis socioeconómicas como la actual, donde se vulnera el ejercicio de derechos básicos como el alimentario o el sanitario, repercutiendo luego en el desarrollo de cada uno de ellos», explicó a Infobae Ianina Tuñon, Investigadora Responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia.

También dejó en claro que las cifras anunciadas del período 2017-2018 podrían haberse incrementado debido al contexto de mayor recesión e incertidumbre económica que existe hoy y con una inflación proyectada del 40% para 2019.

Pobreza y alimentación

La medición realizada por la UCA indica que en el último período interanual se incrementó la pobreza infantil y pasa del 48,1% al 51,7%, la cual es la cifra más elevada de la década. En tanto, se estima que 10,2% son indigentes. En cuanto a la distribución geográfica, en el Conurbano Bonaerense mostró el mayor índice ya que la pobreza alcanza al 63,6% de los niños, lejos del 54,2% del año anterior y el 15,4% son indigentes.

«La pobreza monetaria presenta mayor volatilidad pero tiene efectos en el acceso a una alimentación adecuada. La inseguridad alimentaria implica mal nutrición y como sabemos tiene efectos en otros aspectos del desarrollo infantil y el ejercicio de otros derechos», completó Tuñon.

La mala alimentación también creció de la mano del aumento de la pobreza, ya que en la medición anterior -2016-2017-, se ubicaba en 21,7%. En cambio ahora, la cifra de déficit en alimentación trepó al 29,3%. En tanto, un 13% registró el nivel más elevado de carencia, es decir pasaron hambre.

«La pobreza infantil sigue una tendencia en ascenso desde el 2011, pero en 2018 alcanza la cifra más elevada de la década», destaca el informe y advierte que otras medidas directas de pobreza son indicativas de un problema estructural que se ha agravado en los últimos años, y focalizan en el incremento de la inseguridad alimentaria.

Vivienda y acceso a la salud

En su reporte, la UCA advierte que la mitad de la infancia y adolescencia reside en espacios barriales nocivos en términos de la contaminación ambiental, aunque admite que se registraron algunos avances en los últimos 3 años.

Asimismo, la precariedad en la construcción de la vivienda afectó en 2018 a casi el 24% de la infancia y la situación de hacinamiento al 23,4%. Las carencias en el espacio del saneamiento trepó al 41,9% en el tercer trimestre del año pasado. Este último indicador mantiene una evolución positiva.

Según evalúa este trabajo, «los indicadores de déficit del hábitat de vida son elevados y sostenidos en su evolución en el tiempo, salvo el déficit en las condiciones de saneamiento que sigue una tendencia positiva y con merma de la desigualdad».

Respecto al acceso a la salud, el informe precisa que en los últimos 3 años, la cobertura de salud pública aumentó cerca de un 10% en niños y adolescentes de entre 0 y 17 años. El 55% de ellos tiene como única opción la atención pública, y ese porcentaje sube al 63% cuando se trata de chicos que viven en el conurbano bonaerense.

Por último, la salud odontológica entre los 3 y los 17 años es una importante deuda con las infancias. Se estima que el 44% de los chicos/as en 2018 no realizó una consulta al odontólogo. Este indicador registró una merma entre 2015 y 2018 de un 7%. Como es de esperar los niños/as en el 25% más pobre registran el doble de probabilidad de no poder atender su salud odontológica y en las infancias del Conurbano Bonaerense este déficit trepa al 53,3%.

La atención preventiva del niño sano registra un déficit del 20,7% a nivel del promedio urbano nacional en 2018. Entre los años de punta del período 2015-2018 se registra una merma del déficit de un 20%, la mejora se registra especialmente en el Conurbano Bonaerense.

Trabajo infantil y otras variables que asustan

Uno de los mayores datos preocupantes exhibidos fue el del trabajo infantil. En el período 2010-2017 habían descendido todas las cifras. Pero en las del año pasado, hubo un comportamiento nuevo: el trabajo infantil bajó en el sector «bajo» y creció en el «medio» y «medio-alto». Así, el 12% de los chicos de 5 a 17 años que trabajaba en 2017 aumentó al 15,5% en 2018.

Tuñón expresó su hipótesis sobre el viraje en las cifras de trabajo infantil: «Cuando los adultos no tienen trabajo, los chicos tampoco. Ante la falta de trabajo informal y changas, en los sectores más pobres el trabajo infantil bajó. En cambio, la clase media o media alta salió a defender sus recursos o status de vida con su propia fuente, es decir su familia, en lugar de tomar empleados. Por lo que terminó haciendo trabajar a los más chicos».

Según el informe dado a conocer por la EDSA, en 2018, un 47,7% de los niños no tuvo acceso a un servicio de Internet en sus viviendas. «Si bien, la evolución de este indicador muestra importantes logros, una merma entre 2010 y 2018 de un 35 por ciento, también es real que dichos avances se han tendido a estancar en los últimos años», explica el informe.

En la problemática del saneamiento -no tener acceso al agua de red en el interior de la vivienda, no contar con inodoro con descarga, y/o no tener acceso a la red de cloacas-, se estima que afecta al 41,9% de la infancia, en el tercer trimestre de 2018.

No obstante, cabe señalar que este indicador mantiene una evolución positiva, que entre 2010 y 2018 reportó una merma de 20%, entre 2015 y 2018 a un 10,5%. Esta problemática afecta a la mayoría de las infancias bonaerenses -58,3%, en 2018-, aunque hubo mejoras significativas que entre 2010 y 2019 se estima en un 20%, y un 10% en los últimos tres años.

Respecto a la educación, la abrumadora mayoría de los escolarizados en la primaria asiste a escuelas de jornada simple, lejos de alcanzar la meta del 30 por ciento especialmente orientada a los sectores sociales más vulnerables. El 67% de los que asisten a primaria y secundaria lo hacen en escuelas de gestión pública.

Por último, los procesos de socialización de los niños/as y adolescentes están lejos de los deportes, las actividades culturales y el comportamiento lector. Se trata de un fenómeno que atraviesa a las diferentes infancias. También estamos lejos de la democratización del acceso a las TIC.

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