Por Néstor Schumacher.- El agua siempre ha sido un problema para los riograndenses. El rápido crecimiento demográfico de la última década los llevó a contar con cortes programados y escasez de un recurso tan básico y necesario como el agua potable. Hoy, el tema vuelve a ser tapa de los diarios, pero no por las mismas razones.
Si hacemos un poco de memoria, el problema persistió en la ciudad, pero tenía una solución proyectada: la Planta Potabilizadora de Agua. Con esta obra, se esperaba brindar el servicio sin interrupciones a todos los vecinos. La por aquel entonces secretaria de Obras Públicas, hoy ministro de la misma cartera, Gabriela Castillo dijo de la obra “es la solución a los próximos 30 años”. La planta, en números, tendría de producción el doble de m3 que la capacidad instalada, solucionando el problema por un tiempo considerable.
Esta misma obra, fue un caballito de batalla para el oficialismo actual a la hora de pelear por la gobernación. Hubo varios cruces entre Castillo y Vásquez, el ex ministro de Obras Públicas, sobre quién había “hecho la obra”. El principal punto de conflicto fueron los pagos, mientras Castillo reclamaba fondos del Fideicomiso Austral, Vázquez argumentaba que al Municipio de Río Grande le faltaban certificados para habilitar los fondos. El Municipio asumió los costos con apoyo del Concejo Deliberante y terminó la obra previo a las elecciones de 2019.
La obra fue una inversión de 400 millones de pesos en 2018, que se argumentaba como algo esencial para proyectar la capacidad de brindar el servicio sin dificultades por los próximos 30 años. Hasta uno podría decir que fue, en gran medida, lo que le dio capital político a la ministra Castillo para ser nombrada a cargo de Obras Públicas a nivel provincial. La planta potabilizadora es un símbolo de la buena gestión en el municipio, no siempre operando con todos los recursos necesarios.
Ahora bien, con la ola polar que azotó la ciudad de Río Grande durante los últimos días, la Planta Potabilizadora volvió a ser noticia. El servicio de agua se vio cortado en buena parte de la ciudad y desde el Municipio se explicó que los caños se habían congelado. Este frío polar fue el más intenso en los últimos 15 años, pero no es precisamente algo nuevo, las temperaturas extremas son algo que todo fueguino experimenta a lo largo de su vida en la isla. Sabiendo esto, uno se pregunta: ¿Por qué no previeron esto los cuadros técnicos del Municipio? Seguramente a alguien en Obras Públicas se le cruzó la idea de una ola polar y, si miramos las otras plantas emplazadas en la provincia, esta fue la única que contó con problemas.
Sin ponernos muy técnicos, el agua tiene formas de ser almacenada por debajo de su punto de solidificación. Para ello se utilizan tubos especiales o condiciones de reposo, permitiendo, que aún en temperaturas muy bajas, el servicio no se vea restringido. Si esto es algo de común conocimiento, uno esperaría que los técnicos y funcionarios a cargo de la planta lo supiesen. Una primera pregunta es ¿Por qué la planta no cuenta con el mismo sistema que el resto de las plantas de la provincia? ¿Es quizá que se aceleró la obra, dejando algunos sistemas de lado, a fin de terminarla? ¿Sabía Castillo que su “caballito de batalla” no podía responder en condiciones menos que óptimas?
En una provincia como la nuestra, muchas veces las cosas son más difíciles que en el resto de los lugares. Esa “lucha” contra el clima es constante y, en algunos casos, requiere de mayor tenacidad o, como en este, de herramientas y sistemas específicos. Que hace frío en Tierra del Fuego no es una novedad, pero parece que algunos necesitan que se los recordemos. Mientras tanto, los vecinos que aplaudieron la obra, hoy se acuerdan no tan cariñosamente de quiénes la inauguraron.
