El neurólogo local Patricio Labal analizó los argumentos antivacunas y destacó la inmunización como un deber social crucial para la salud pública, respaldado por el impacto histórico de las vacunas en la esperanza de vida global.
En medio de rebrotes de enfermedades presuntamente desterradas, el neurólogo ushuaiense Patricio Labal analizó el movimiento antivacunas y la esencia de la inmunización.
«Las antivacunas son aquellas personas individualmente o grupalmente que están en contra de las vacunas», definió en FM Master’s. Sobre sus argumentos, como que «las vacunas tienen sustancias tóxicas» o que «nos pueden producir enfermedades», señaló con evidente lógica que son «fácilmente rebatible. ¿Desde dónde? Desde la ciencia».
Para contextualizar el riesgo, Labal utilizó una analogía: «Nadie duda de las bondades de la penicilina. Ha salvado millones… Ahora, te encontrás con un tipo que es alérgico, y se murió, bueno, es una posibilidad». Planteó entonces la disyuntiva: «¿Qué voy a hacer con la penicilina? ¿La voy a sacar?… Esto es lo que nos pasa con las vacunas».
Respecto a las vacunas contra el COVID-19, afirmó: «Hubo un antes y hubo un después de la vacuna». Reconoció la rapidez en el desarrollo pero enfatizó la urgencia: «Estaba matando a millones… hasta que apareció una vacuna».
El eje central de su exposición fue la dualidad entre el derecho y el deber. «La vacunación es un derecho individual, pero es un deber social», afirmó. Y desarrolló a continuación: «Vos tenés derecho a ser antivacuna, pero tenés obligación que tu hijo se vacune. ¿Por qué? Porque cuanto más gente vacuno, más protejo al resto de la población. ¿Quién es el resto? El que no puede recibir vacuna, no el que no quiere». Remarcó que «la vacunación es obligatoria. Como hecho social, la vacunación es obligatoria».
Para concluir, Patricio Labat citó datos históricos contundentes: «En 1900 la expectativa de vida global era de 31 años. Hoy supera los 73… El 40% de esa mejoría se explica por la caída de las muertes infantiles por enfermedades prevenibles». Recordó el caso de la viruela, que «mató a 300 millones. Hoy, desde 1980, nadie». Su apelación final fue clara y directa: «Por favor, vacunen a sus hijos. ¿No te querés vacunar vos? no me interesa, pero vacunen a sus hijos».


