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Río Grande
29 de marzo de 2024

Un obstáculo que aplacó las expectativas de una recuperación productiva

Por Elías García.

La pandemia del Coronavirus tendrá inevitables efectos en la industria electrónica fueguina: la falta de producción por las fábricas cerradas y la crisis mundial postergaron los deseos del repunte productivo. Además, sigue pendiente la discusión de fondo por la prórroga del subrégimen industrial, que otorgaría respaldo a las actuales empresas radicadas en la provincia y posibilitaría nuevas inversiones.

Aquella expresión de deseo vertida por los referentes de Asociación de Fábricas Terminales de Electrónica (AFARTE) sobre una potencial recuperación productiva de la industria electrónica fueguina para mediados de este año deberá prorrogarse, cuanto menos, por algunos meses más a partir de la llegada del COVID-19 que obligó a cerrar los establecimientos fabriles y priorizar la vida de las personas por encima de cualquier vaticinio económico del sector.

El cierre intempestivo de las electrónicas con el Decreto nacional de cuarentena obligó a las postergaciones, la imposibilidad de vender productos excluidos a la consideración de “esenciales” y el estancamiento general de los sectores productivos a nivel mundial configuraron otro escenario de obstáculos para la industria local, cuyo futuro es incierto pero además trae aparejados, consigo, los peores años en materia de producción y venta.

El repunte productivo, claro está, no se hará efectivo a mediados de este año, como auguraban los principales responsables de las empresas radicadas en la provincia. Y, por lo visto, tampoco habrá índices positivos en materia de consumo interno, destinatario principal de la producción fueguina donde recalan el 70% de los bienes (entre celulares, televisores y aires acondicionados, en ese orden).

En plena pandemia, cualquier cálculo parece prematuro para sacar nuevas cuentas y vislumbrar certezas. En números de AFARTE, las empresas cerraron sus plantas por el COVID-19 con un 57% de capacidad ociosa promedio y el 2019 fue el peor año de producción de toda la década, con 7 millones de celulares (casi un millón menos que en 2018 y poco más de la mitad de su pico máximo, 12 millones); poco más de 2 millones de televisores (en detrimento de los 3 millones y medio vendidos el año anterior –con el plus histórico del mundial de fútbol-); y unas 750 mil unidades de aires acondicionados, aproximadamente 100 mil menos a comparación del año previo.

El presente de las fábricas también se refleja en los menos de 8 mil empleos directos, un número muy distante de los 13 mil puestos de trabajo que tuvo el sector en su mejor momento, entre los años 2013 y 2015, cuando la principal preocupación era contrarrestar el contrabando de celulares del exterior que ingresaban al país sin pagar impuestos.

El evidente retroceso en cantidad de empleados fue similar al de las condiciones de trabajo, que se vieron seriamente afectadas por mecanismos perversos y todavía vigentes, como la figura del Personal de Planta Discontinua (PPD), que garantizan apenas cuatro de los doce meses del año en funciones laborales, y los “contratos basura”, cuyas finalizaciones fueron moneda corriente a lo largo de los últimos dos años.

El punto de inflexión para el sector durante el gobierno nacional de Mauricio Macri fue en noviembre de 2017, cuando todas las partes involucradas (incluidas AFARTE, el gobierno provincial de Rosana Bertone y el propio gremio de la Unión Obrera Metalúrgica, con dirigentes nacionales y locales) firmaron el congelamiento salarial hasta este año con la promesa de no sufrir despidos en las fábricas; condición que fue vulnerada, por ejemplo, con casi 50 trabajadores excluidos de Mirgor en noviembre del año pasado. Todo se desarrolló en el marco de la reforma tributaria sobre la que avanzó Nación con el protagonismo del Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, entre otros funcionarios.

Descuentos, golpe inesperado

Como si fuera poco, en el transcurso de la cuarentena, ocho de las diez empresas que componen AFARTE incumplieron con los haberes correspondientes a marzo y sólo pagaron el 70%, aludiendo una “situación límite” que, otra vez, recayó en los trabajadores.
BGH, Brighstar, FAPESA, el Grupo Mirgor, Carrier, Radio Victoria Fueguina, Digital Fueguina y Electrofueguina se plegaron a la medida; Solnik (en Río Grande) y New San (en Ushuaia) fueron las excepciones a la regla.

Intervino el Ministerio de Trabajo y Empleo de Tierra del Fuego pero, hasta el momento, no hay acuerdo entre las partes. Luego de las primeras videoconferencias del empresariado con la UOM y ASIMRA (gremio de los supervisores) hubo un contundente rechazo a la maniobra de carácter unilateral.

AFARTE ofreció un “banco de horas” a cambio de abonar el 30 por ciento restante, pero el primero de los sindicatos dio por “agotado” el diálogo y el segundo puso como condición el pago inmediato del resto de los salarios adeudados para discutir cualquier modificación a las condiciones vigentes al inicio de la cuarentena en el sector.

La prórroga del subrégimen

Si el Coronavirus postergó las cuestiones vinculadas a un leve repunte en la producción, todavía mayor es la preocupación para el sector de la industria electrónica con respecto al enfriamiento de la discusión de fondo que implica la prórroga del subrégimen industrial.

Los lineamientos de base de la industria local están en jaque a sólo tres años del 2023, la fecha de expiración del subrégimen que no tuvo lugar en la agenda del gobierno de Macri.

Con la renovación de autoridades y las asunciones respectivas de Alberto Fernández y Gustavo Melella, las esperanzas del empresariado y los trabajadores tomaron fuerza. Sin la extensión que se pretende hasta 2073 y es equivalente a las condiciones aprobadas para el polo industrial de Manaos (Brasil), la posibilidad de instalar nueva capacidad operativa por parte de las empresas se reduce a una utopía.

La expansión del COVID-19 cambió drásticamente la agenda de discusión de la industria y sus efectos colaterales aún son difíciles de medir, hasta tanto la productividad retome su cauce habitual.

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