Jorge, encargado de una carnicería local, describió cómo los fueguinos ajustan sus compras ante la crisis: menos kilos, más tarjetas y cero stock. Mientras las ventas se derrumban, los gastos fijos no dan tregua.
En Tierra del Fuego, el consumo de carne atraviesa su peor momento. Jorge, responsable de un local de Río Grande con casi 30 empleados, no dudó: «Hemos tenido un descenso de las ventas, en las compras. Más que nada lo que hemos estado notando nosotros es en el consumo: la gente consume menos. Entra la misma cantidad de gente, pero el consumo es menor».
El cambio en los hábitos de compra es radical. «Compra menos, se fija más. Por ahí lleva lo justo para el día, un poquito de esto, un poquito de otro, para hacer la comida al día. Ya no hay una compra por ahí que vos decís: ‘Llevaba un poco más’. Hoy la gente hasta ni la oferta está aprovechando mucho», detalló Jorge ante la consulta de Info 3.
La tarjeta de crédito domina el 90% de las transacciones, y los días pico de venta -como los primeros del mes- son historia: «Ya se terminó eso. Arrancaba el mes y vos decías: ‘Bueno, las primeras dos semanas tenías buena venta’. Hoy no».
Aunque el local mantiene su clientela -«la misma cantidad de ticket que vos cortas por mes»-, el ticket promedio se desplomó. «Lo que te baja es el promedio de consumo. Eso hace que vos por ahí tengas menos caja. Esto es una empresa grande, y los gastos fijos no bajan, esos son los que suben», explicó. En ese contexto, el aguinaldo de junio fue un duro golpe: «Son muchos empleados, y eso va costando».
El clima social agrava la situación, según apreció. «Los clientes te dicen que está duro, que está difícil. Muchos tienen miedo por el tema de las fábricas, qué va a pasar en diciembre. Te dicen: ‘No sé, ya no proyecto porque no sé qué va a pasar'», relató Jorge.
Pese a todo, el comercio resiste sin recortar personal y hasta extendió horarios en una sucursal para captar ventas. «Te tenés que ingeniar: buscar comprar mejor, tirar más ofertas, volcarlas al cliente», admitió Jorge. Su esperanza es sencilla: «Terminar mejor».