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6 de octubre de 2025

Tres décadas forjando esquiadores en el fin del mundo

A lo largo de 31 años, Jorge «Coco» Beltrame forjó la primera escuela de esquí de Ushuaia. Desde una cabaña precaria hasta convertirse en referente, su historia es la de un pionero que transformó su pasión en un legado familiar y deportivo.

Jorge «Coco» Beltrame es un nombre fundamental en la historia del esquí fueguino. Desde hace más de treinta años, su escuela en la base del Glaciar Martial ha sido cuna de generaciones de esquiadores. Este pionero ha unido su pasión por el deporte con un amor profundo por Ushuaia. Su emprendimiento familiar es un legado de perseverancia.

«Hace 31 años que nosotros estamos ahí, estamos brindando clases de esquí», relata Beltrame en FM Master’s. La iniciativa nació de una necesidad concreta en la comunidad: «Vimos una necesidad en el lugar que había que prestar un servicio más al que en ese momento prestaba la antigua aerosilla del Martial. No había un lugar donde se dicten clases en ese momento».

Ante el cierre temporal del centro de montaña, Beltrame y su familia actuaron: «Armamos, gestionamos el espacio a través de la municipalidad en ese momento y después por gobierno y emprendimos así con una pequeña cabaña de 7 metros por 5 con esquíes que eran de mi hermano«. Así nació «esta aventura que fue la creación de la escuela de esquí y Ushuaia se llama precisamente como homenaje a nuestra ciudad que tanto nos dio».

Los inicios estuvieron marcados por la humildad: «Teníamos pocos esquíes, abrimos muy precariamente, de hecho teníamos todos los bastones mezclados, era un lío cada vez que teníamos que atender». Y el equipo, era mínimo: «Cuando abrimos éramos dos nada más, era Facundo que hoy sigue dando clases en nuestra escuela y yo y bueno por supuesto con el apoyo de mi señora y los chicos que eran chiquititos en ese momento».

Su vínculo con el esquí se remonta a su juventud, cuando “una vez a los 16 años fui al Club Andino a la antigua pista Wallner y ahí me recibió Antonio Wallner, me enseñó a esquiar, me enseñó a amar este deporte».

Con el tiempo, el crecimiento del Cerro Castor representó un impulso. «El hecho de que haya iniciado el Cerro Castor fue no sólo para la ciudad sino también para nosotros como emprendimiento fue una cosa muy positiva», explica.

Su filosofía se centra en generar nuevos esquiadores: «Nosotros recomendamos a la gente que una vez que aprendieron aquí con las primeras clases, vayan al Cerro Castor. Lo que nos interesa además de una cuestión comercial nuestra es captar esquiadores». Para Beltrame, el crecimiento del deporte es un objetivo común.

Después de tres décadas, su mayor orgullo es el equipo humano. «Estamos orgullosos, no solamente del equipo de instructores de esquí, que tenemos equipos de primer nivel, sino también por cómo atienden a la gente, por el contacto que tienen con la gente», considerando ese trato cercano como su sello distintivo.

Con una flota de «alrededor de 300 equipos de esquí y 150 equipos de snowboard», la escuela se mantiene fiel a su esencia. Sigue siendo la puerta de entrada para quienes quieren deslizarse por las nevadas laderas del fin del mundo.

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