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7 de mayo de 2024

Señales adversas en la industria automotriz: ¿especulación o crisis del sector?

Por Néstor Schumacher.- Cuando hablamos de industria automotriz en Argentina, probablemente pensemos en el clúster de empresas ubicadas en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. No obstante, este sector tiene un altísimo grado de integración con la industria fueguina, por lo que las malas señales del rubro suelen ser alarmas en la isla.

El 2024 va sin dudas a ser un año en lo económico marcado por una palabra: contracción. El ya famoso “no hay plata” secó los alguna vez acaudalados ríos del consumo interno, algo que repercute en todos los estratos sociales: la sociedad intenta “hacer rendir” el salario, tanto a costa de sus necesidades básicas (comer, tener un techo) como las secundarias (el turismo o los bienes de confort como los automóviles). Así, este enero contó con 33% menos patentamientos que el año pasado y los especialistas hablan de niveles similares a los de 2003 y 2004, cuando Argentina comenzaba a salir de la dura crisis de la convertibilidad.

Atravesados por ese contexto, automotrices como General Motors hoy extienden su período vacacional en su planta de Santa Fe, como herramienta dilatoria al golpe del consumo y las trabas a las importaciones que aún no se resuelven, algo que también pasa con la empresa alemana Volkswagen y la empresa de neumáticos Bridgestone.

Este freno a la producción, o un desaceleramiento a los mínimos niveles operativos, es la consecuencia. Como todo en la vida, la causa no es única, sino un gran mosaico de variables que yuxtapuestas, reflejan otra palabra que será clave este calendario: inestabilidad.

Las automotrices o fabricantes de neumáticos son empresas, que la teoría nos presenta como organizaciones con el objetivo de generar utilidades. Hoy, en un clima político y económico que no tiene definidas reglas del juego, el movimiento más lógico es observar como se desenvuelve la situación y actuar de forma acorde. Argentina hoy tiene varios frentes abiertos: un sistema de importaciones que busca regularizarse, un DNU que habla de reforma laboral pero se encuentra suspendido por la Justicia, una Ley Ómnibus que dejó en el camino su apartado fiscal y una moneda conocida por su volatilidad. Una sola de estas categorías antes mencionada, ya sería suficiente para que cualquier inversionista analice dos veces su proceder, ni hablar de 4 de las tantas que existen presentándose en un escenario de constante cambio.

La contracción del consumo, producto de la devaluación del 100% en el cambio oficial realizada en diciembre, sacudió fuerte a las automotrices. Si a ello le sumamos la falta de insumos necesarios para la fabricación, los famosos choques de sindicatos como SMATA y los fabricantes de cubiertas y la quita al impuesto de “lujo” de los autos, que podría venir aparejada a un boom en la importación de los mismos, nos encontramos con un mercado que se está reconfigurando y podría verse muy distinto de aquí a 1 año. Lejos de ser un economista o experto en la industria, apliquemos sentido común: ¿cómo una empresa va a fabricar un auto si no entran las partes? Si entrasen ¿qué empresa se va a arriesgar a producir un modelo de gama baja que podría valer un monto similar a uno de gama media?. Yendo un poco más hacia delante: ¿No sería mejor para una empresa suspender con una ley laboral que favorezca al empresario?. Todas estas interrogantes que me surgen al leer una noticia en un diario, estimo que han sido calculados hasta el hartazgo por quiénes responden a multinacionales como General Motors y Volkswagen. En el medio de este cálculo de utilidades, quedan atrapados dos grupos: los trabajadores y trabajadoras de las plantas y las empresas proveedoras.

Al principio de este artículo hablamos de Tierra del Fuego y como este freno de las actividades, ya sea por especulación o como inicio de una crisis más severa, podría tener un impacto en la isla. Aunque generalmente asociada con los celulares, televisores y microondas, la industria fueguina también es una de las más integradas a la fabricación de vehículos: 7 de las 11 terminales automotrices locales utilizando insumos fueguinos y estos mismos, son parte del 83% de los autos exportados. Es decir, si la industria automotriz es golpeada en el continente, en la isla hay bajas colaterales, algo que se traduce en la estabilidad de miles de puestos de trabajos tanto en Río Grande como Ushuaia. Este proceso dio comienzo con vacaciones anticipadas y la no renovación de contratos en diciembre de 2023, pero podría agravarse de no remediarse la situación. Si los insumos no llegan a Tierra del Fuego, no se cumplen los contratos con las automotrices, lo que genera problemas en la cadena de producción.

Los intempestivos cambios en las reglas del juego de la economía, y consecuentemente en el funcionamiento de la industria, generan cimbronazos en los circuitos ya establecidos, pero más aún la falta de seguridad que dichas modificaciones se sostengan en el tiempo, llevan a las empresas a “sentarse y esperar”. ¿Volverá a entrar en efecto el DNU y su apartado laboral? ¿Pasará la Ley Ómnibus? ¿Habrá una ley fiscal en las sesiones ordinarias?

El escenario político cambiante es uno que la industria automotriz seguirá de cerca, así como quiénes les proveen de insumos. El gobierno de Milei recién empieza y prometió cambio, la pregunta es si será uno deseado y buscado.

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