El psicólogo Pablo Pereda advirtió sobre las secuelas emocionales en niños expuestos a material pornográfico y criticó la falta de protección institucional en una sociedad que normaliza la vulneración de derechos.
En medio de la polémica por el caso del juez Andrés Leonelli y la circulación de material de explotación infantil, el psicólogo Pablo Pereda abordó en FM Master’s un aspecto relegado en el debate público: el daño irreversible en la salud mental de las menores víctimas. Con crudeza, el profesional señaló que «el cerebro necesita una realidad medianamente estable para no generar grandes cantidades de estrés», algo imposible cuando «vivís en una sociedad donde no sabés quiénes son los amigos y quiénes son los enemigos».
Pereda enfatizó que estos niños enfrentan una doble victimización: primero, por el abuso en sí mismo, y luego, por la exposición pública. «¿Qué pasa con los derechos universales de los niños a que se proteja su vida y se respete su intimidad, a no sufrir humillaciones?», cuestionó. Alertó que la revictimización ocurre incluso años después, como en el caso de las imágenes investigadas en 2016 que hoy resurgen: «No se sabe quién más pudo tener acceso. Esos chicos, ahora jóvenes, ven su dolor convertido en espectáculo».
El especialista vinculó el trauma individual con un contexto social fracturado: «Cuando los hospitales no dan salud, la educación no educa, los religiosos son sospechados de pedofilia y los políticos engañan, el estrés se transforma en patologías». Detalló consecuencias físicas y emocionales: «Aparece angustia, depresiones, demencias, violencias. No es gratis lo que estamos viviendo».
Criticó duramente a quienes encubren estos delitos: «El que protege, el que oculta, también es cómplice. Son parte de una perversión que daña el tejido social». Frente a la desprotección institucional, propuso fortalecer redes comunitarias: «Los notables no nos protegen; protejámonos entre los comunes. Reflotar vínculos familiares y ser solidarios es urgente».
Pablo Pereda cerró con una dura advertencia: «Una sociedad herida cría generaciones heridas. Si no enfrentamos esto, el cuerpo lo paga, la salud mental se debilita. Y eso ya está pasando».