El arqueólogo y director de Patrimonio de Tierra del Fuego, Martín Vázquez, volvió a remarcar la necesidad de avanzar con la concreción del Área Protegida Península Mitre en Tierra del Fuego y recordó la necesidad de contemplar los espacios arqueológicos frente a la inminente llegada de visitantes.
Martín Vázquez es arqueólogo egresado de la Universidad de La Plata. Lleva casi 25 años de trabajo arqueológico en Tierra del Fuego. Primero como estudiante, participando de las excavaciones en el canal Beagle en el año 1994, y hasta el año 2000 participó en las excavaciones organizadas por Ernesto Piana y Luis Orquera desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), arribando a la isla en 2001 como Arqueólogo del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC).
Desde que tuvo conocimiento sobre la existencia de Península Mitre, Vázquez siempre se sintió atraído por el lugar, pero no fue hasta el año 2005 que junto a dos colegas, Francisco Zangrando y Augusto Tessone, lograron llevar adelante un proyecto que implicó una serie de campañas en Bahía Valentín y Bahía Buen Suceso.
Llevó adelante diversos proyectos en el área de Península Mitre, y fue (también en otra oportunidad) director de Patrimonio de la Provincia y director del Museo del Fin del Mundo.
“La Arqueología es una rama de la antropología y estudia el pasado de las sociedades, sobre todo a través de los restos materiales. Es una disciplina cuyo principal objetivo es el estudio del pasado de estas sociedades de las que no hay registro escrito” describe Vázquez, en una introducción que busca resaltar el valor que tiene esta tarea en Tierra del Fuego.
El especialista remarca que en la provincia hay ocupaciones humanas que datan de unos 10.000 años atrás, “por lo tanto ese enorme período de miles de años de historia humana, hasta que se invente la máquina del tiempo (bromea), solo es accesible de ser estudiado a través de los métodos arqueológicos”.
“En Península Mitre los agujeros de conocimiento son importantes” recalcó el arqueólogo, donde “si bien hace tiempo que estamos trabajando, es mucho lo que queda por conocer”. Por tratarse de un lugar aislado y de difícil acceso, el desarrollo de la investigación arqueológica no es tan grande como el que se viene dando en el Canal Beagle donde hay excavaciones continuas desde hace por lo menos unos 40 años.
Área Provincial Protegida
Sobre la necesidad de que exista un Área Protegida por ley para Península Mitre, para Vázquez es simple: “No es una respuesta que necesite mucha fundamentación: la respuesta es sí”, sintetizó.
“El hecho de que tenga un estatus de protección como el que ya tiene es un primer paso, y lo que se pueda mejorar a futuro, debería necesariamente implicar mejores condiciones de manejo y de conservación que contemplen de manera directa y explícita lo patrimonial” sobre todo en lugares como en la Costa Norte donde el tránsito actual “es una cuestión de riesgo para el patrimonio arqueológico”, agregó al respecto.
Sin embargo, reparó en que “sólo la ley por sí misma va a generar estas condiciones” e insistió en que “los planes de manejo tienen que implicar la mirada profesional de áreas específicas que tengan que ver con patrimonio”.
Para Vázquez se requiere además una profundización en las investigaciones, planes de intervención en algunos sitios e incluso excavaciones de rescate “para sitios que ya están muy comprometidos”.
No se apropia lo que se encuentra
“Todo objeto arqueológico es un bien público. Hay que desterrar este concepto que lo que uno encuentra en el campo es de uno. El Registro Arqueológico o los Bienes Patrimoniales están dispuestos en el ambiente desde hace miles de años, son evidencias de actividades sociales en el pasado y ahí tienen que seguir estando. El visitante no debe intervenir sobre los materiales arqueológicos” remarcó Vázquez.
Recordó que tanto la alteración como la extracción del material arqueológico “constituye un delito si no está debidamente aprobado por las autoridades de aplicación y no está realizado por profesionales idóneos”, como los arqueólogos.
“Si alguna persona encuentra algo que le resulte llamativo, lo primero que tiene que hacer es dar aviso a las autoridades” explicó, y recomendó que lo óptimo sería tomar el registro del lugar mediante una foto con la mayor precisión posible. También hacer un registro sobre la posición del objeto, con una marca en el mapa, una foto en el paisaje señalando lo que se quiera marcar.
“Lo ideal es que se avise al museo más cercano, o un área de cultura” apuntó. En Tierra del Fuego el Museo del Fin del Mundo, la Dirección Provincial de Museos o la Secretaría de Cultura son los lugares indicados para denunciar este tipo de hallazgos.
“El punto es no intervenir, no hay que llevarse las cosas” y explicó que para el estudio arqueológico “una punta de flecha en el campo, sabiendo exactamente de dónde proviene, sabiendo si estaba cerca de determinado lugar, si estaba asociada a otro tipo de material, puede ser algo que termine de tener sentido” pero que “esa punta de flecha sacada de contexto sin saber de dónde viene, lo más probablemente es que sea imposible de fecharla, de contextualizarla. Si era más antigua o moderna, si está asociada a restos de fauna, si podría servir para cazarlos o no. Juntar cosas del campo es desarticular esta información”.
Concluyó “antes de la llegada de los primeros exploradores y colonizadores europeos, que son los primeros que dejaron documentos escritos acerca de los pueblos originarios fueguinos; no existen registros, excepto los arqueológicos” sentencia, y agrega: “no podemos conocer el pasado de los canoeros en la zona del Canal Beagle, o de los cazadores terrestres en la zona del Río Grande hace dos mil o tres mil años, si no es a través de la arqueología”.