Con la votación en marcha, el oficialismo busca evitar una derrota amplia, el kirchnerismo apuesta a sostener poder territorial con Cristina Kirchner presa, y la economía, el humor social y las renuncias en el Gabinete condicionan el día después.
Un Gobierno que busca resistir más que ganar
Los comicios legislativos de hoy llegan con un oficialismo que ya no habla de “ola violeta” como a principios de año. En Casa Rosada trabajan sobre escenarios “realistas”: cualquier resultado por debajo del 28% nacional o con más de cinco puntos de ventaja para Fuerza Patria sería leído como una derrota severa. Aun así, la estrategia fue clara: convertir una elección legislativa en un plebiscito. “Es ahora o nunca”, fue la señal interna para movilizar al votante indiferente.
En las últimas 48 horas, dos ministros clave -Gerardo Werthein y Mariano Cúneo Libarona- dejaron su cargo. El impacto no fue solo institucional, sino simbólico: el Gobierno llega a las urnas con fracturas internas, disputa de poder entre Luis Caputo, Karina Milei y Santiago Caputo, y un gabinete en discusión. Para contener la incertidumbre, el Presidente aceleró el anuncio de Pablo Quirno como nuevo canciller, puso un piso de $1.500 al dólar y se mostró junto a JP Morgan como gesto de “control” hacia los mercados.
El otro frente de batalla: economía y clima social
Más allá de la política, el dato que más inquieta al Gobierno es económico. La actividad cayó, la industria retrocedió un 3% en septiembre y el Banco Central vendió más de USD 5.000 millones en 45 días para contener el tipo de cambio. El FMI, las reservas en rojo, el dólar inestable y la inflación persistente dibujan un escenario frágil. Desde mañana, la hoja de ruta oficial tiene dos verbos urgentes: acumular reservas y salir de la recesión. Pero sin confianza política, nada arranca.
En la calle, el termómetro social tampoco acompaña. El conflicto en el Garrahan, las universidades al límite presupuestario, la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados y el crecimiento del narcotráfico erosionan cualquier intento de épica gubernamental. La incertidumbre no solo está en los mercados; está en la vida cotidiana.
Kirchnerismo entre resistencia y oportunidad
Mientras tanto, Fuerza Patria llega con un objetivo claro: conservar su poder en el Congreso y mostrarse como oposición organizada. Cristina Kirchner, presa y con poder simbólico menguante, vuelve a ser un factor electoral: ¿genera rechazo o produce voto de resistencia? El peronismo apuesta a ganar al menos en la mitad del país y retener Buenos Aires, donde se concentra el 40% del padrón.
Axel Kicillof llega fortalecido. Si retiene la provincia, crece su proyección nacional. El PJ mira más allá de hoy: su verdadero desafío es recomponer credibilidad, ordenar liderazgos (entre CFK, Kicillof, Massa y los gobernadores) y construir plataforma hacia 2027. El dilema es claro: ¿pueden volver a enamorar sin prometer lo que no pueden cumplir?
Lo que se define hoy no termina en las urnas
Más que bancas, lo que se juega este domingo es gobernabilidad. Si Milei logra un resultado cercano al 35%, podrá negociar desde una posición de fuerza, resistir vetos y avanzar con reformas. Si queda debajo del 30%, el lunes no solo habrá que contar votos: también renuncias, gabinetes y nuevas alianzas.
Del otro lado, el peronismo no busca ganar una elección, sino sobrevivir como alternativa. La elección no cierra esta noche. Empieza mañana, cuando haya que gobernar con menos paciencia social, menos dólares y más preguntas sobre el rumbo de la democracia argentina.


