Desde que no se pudo volver a salir a tomar una cerveza con amigos, se perdió mucho más que ese momento que nos caracteriza a los argentinos. Detrás de cada pinta tirada, de cada lata, botellón o porrón existe una pyme: Trabajadores y existe una fábrica que, grande o chica, dejó de trabajar.
El trabajo artesanal de la cerveza se convirtió en culto en Argentina desde hace unos años y desde que llegó lo hizo para quedarse, lejos de ser una moda es una forma de vivir. Actualmente, todo aquello se puso contra las cuerdas con la llegada del SARS-COV-2 que afectó a muchas industrias llevando a quiebras, despidos y reestructuración.
La llegada y, por consiguiente, el golpe pegó de la misma manera en todos los niveles. Los cierres de los bares llevaron a que muchas marcas dejen de entregar entre un 75% y un 90% de su producto que se cargaba en barriles para los bares. Sin bares, todo se viene abajo.
De la misma manera lo deja en claro la Cámara de Cerveceros Artesanales de Argentina (CCAA) luego de una serie de encuestas realizadas y datos proporcionados al respecto de un golpe de 4 meses que tiene a todos los empresarios contra las cuerdas, sea a aquellos que dan trabajo con un puñado de empleados como a un centenar.
El 60% de las cervezas artesanales no alcanzó los 1000 litros de producto, al tiempo que, el 64,3% no pudo entregar ni siquiera el 10% de lo que producía habitualmente y nada de eso se puede enviar en barriles ante el cierre de bares y restaurantes.
La situación es crítica. Desde el aspecto financiero, los golpes también llegan con negativas para poder acceder a ciertos créditos, préstamos o a la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Sobre la ATP, la Cámara asegura que el 30% no pudo ingresar en el plan, al tiempo que el 63% del total de los fabricantes no ha logrado alcanzar ningún tipo beneficio.
Pareciera que lo peor ya pasó, pero la incertidumbre de no saber cómo reaccionará Argentina a una apertura gradual del país, genera que más del 75 % de los productores artesanales no llegarían a sostener la actividad más allá de 90 días. Con dicho panorama, el rubro está en crisis y no ocultan sus dudas, inseguridades, pero le ponen el pecho y aspiran a salir adelante.
Salvación = Lata
El medio Filo.news buscó la palabra de aquellos que viven día a día con esta situación: «Que de un día al otro te digan que no podés laburar más es duro», relató Martín García, de la Cerveza Manush, en Bariloche. Este fue el camino que vivieron todos los productores, que debieron reinventarse para sostenerse y encontraron en la lata el mejor mecanismo.
«De la noche a la mañana, el 90% de tus ventas se caen y tenés que ver como colocar cerveza con canales que no son habituales y lleva tiempo», agregó Guido Ferrari, de Berlina.
El productor de la reconocida marca continuó con su discurso: Recibió los mismos golpes que el resto y buscó la solución en los supermercados, delivery y ventas online. «Un 90% estaba destinado a la gastronomía y ese canal está cerrado, con muy poco movimiento. Lo que venimos haciendo es envasar cerveza que ya estaba cocinada», sentenció.
Gustavo Schickendantz, de Rabieta destacó que «salir de los bares e ir a las góndolas es parte de un desafío enorme que la pandemia ha profundizado. Nos pegó fuerte». Además, a pesar del golpe, su marca ya tenía puesto el ojo en llevar el producto a los hogares y agregó que esta situación «no ha corrido el sueño de llevar la artesanal a todo el país».
Situaciones similares ocurrieron en 2 grandes mercados. En Córdoba, Peñón del Águila es reconocida como pionera de la industria del envase, aunque también sufre la pandemia: “Desde el 2016 hacemos cervezas en latas y el año pasado el 45% de nuestro volumen fue en lata, pero desde que se decretó la cuarentena, bajó”, expresó Marcelo Roggio.
Por otro lado, aparece Leben, una innovadora planta de Mar del Plata que apuntó, desde fines de 2019, a los comercios minoristas y se sostiene con esa práctica: “Todos nuestros productos lo sacamos del barril, vendimos casi toda nuestra cerveza. Produjimos 1.500 litros en latas y nos lo sacaron de las manos”, detallaron Melisa Retrivi y Julián Actis.
No obstante, otros debieron poner primera en el rubro como fue el caso de Bierhaus: «La lata representaba algo de marca, así que era meternos en un nuevo negocio donde no somos competitivos porque tiene márgenes muy chicos. La planta está armada para armar barriles y se dio vuelta el mercado», expresó ‘Machu’ Pereyra desde Martínez.
Más allá de rebuscársela, el cierre de los bares y restaurantes fue el detonante de esta caída. Con márgenes que se desploman entre un 80% y 90%, ninguno de los productores logró remontar en la venta por barriles y ahí es donde, por más producto que se pueda vender en los supermercados, no hay manera de combatir.
Con la caída de producción se lleva a menos ventas y las ventas agitan la crisis económica. Servicios, proveedores y empleados son las 3 cuentas que toda cerveza artesanal tiene en mente a la hora de sobrevivir; la ausencia de ingreso golpea fuerte. A pesar de esto, ninguna de las 6 marcas tomó el camino simple: Antes que caer en despidos, se reunieron y decidieron hacerle frente a la situación como pueden.
El valor de «la familia» a la hora de hablar de equipos que van desde un puñado de 6 a los 90 empleados, llevaron a modificar las estructuras, las tareas y a tomar más deuda, en algunos casos, con tal de sostener, ante todo pronóstico, a los que hacen el nombre de la marca y no caer en la reducción de costos más rápida.
