Editorial Tiempo Fueguino
El oficialismo se inclinó por candidatos “puros” en casi todo el país, aunque la inclusión de figuras como Patricia Bullrich y Luis Petri en las listas deja en claro una necesidad que va más allá de la lealtad ideológica: lo que el Gobierno busca en el Congreso es experiencia.
La mayoría propia es, en los hechos, imposible de alcanzar en estas elecciones. Sin embargo, el objetivo libertario es conformar un bloque de al menos 17 o 18 senadores. Con ese número, el oficialismo quedaría a solo siete u ocho adhesiones circunstanciales de poder bloquear iniciativas adversas. Allí la experiencia y el timing legislativo serán determinantes.
Más allá de la importancia de los números, Milei necesita artillería política con trayectoria. Tanto Petri como Bullrich —ahora presentados como libertarios de línea dura— aportan lo que el gobierno no puede improvisar: conocimiento de la gestión y oficio parlamentario. En esos terrenos el error no está permitido y será vital aceitar al máximo el trabajo legislativo.
El gran desafío que aparece en el horizonte es conseguir una reforma previsional y laboral que dé sustento al programa económico y garantice su continuidad. La Casa Rosada mira a 2026 con esa meta, mientras que el peronismo se prepara para hacer de la resistencia a esas reformas el camino más directo hacia su posicionamiento para 2027.
En este tablero, la clave no estará en construir alianzas férreas, sino en la capacidad de negociar y cosechar consensos puntuales. El oficialismo lo sabe: su supervivencia parlamentaria dependerá menos de la pureza ideológica y mucho más del pragmatismo político.