Quinta Pionera rescata la tradición hortícola de estancia Viamonte transformándola en un emprendimiento moderno de productos orgánicos con valor agregado, conjugando historia familiar e innovación en Tierra del Fuego.
En la histórica Estancia Viamonte, en la zona Norte de Tierra del Fuego, nació Quinta Pionera, un emprendimiento hortícola orgánico que combina tradición familiar e innovación.
Su creadora, Cristina Goodall, tataranieta del misionero Thomas Bridges, explicó en FM Master’s cómo surgió este proyecto que hoy produce hortalizas con valor agregado. «La huerta de Viamonte es de una dimensión muy grande porque en su momento acá vivían 45, 50 personas, hoy somos entre 12 y 15. Cuando me tocó a mí hacerme cargo, siempre fueron las mujeres de la familia las que manejaron esta parte proveedora de alimento fresco para todos los que vivían ahí», relató.
El punto de inflexión llegó con la necesidad de sostener ese espacio y una visita crucial. «Se conjugaron dos cosas. Una, había que pensar qué hacer con ese espacio y otra, una visita de los dueños de la empresa que nos hicieron la válvula reductora a gas. La esposa, una abogada de Buenos Aires que nos visitó, supo que hacíamos ajo y dijo ‘ay, ajo, ¿no conoces el ajo negro?’».
Esa pregunta fue la chispa inicial. «Ella fue la co-mentora conmigo de esta idea y de ponerla en marcha y la verdad que le puso mucha distancia, mucha pila para el principio por todas las averiguaciones de los procesos y demás».
A partir de allí, el proyecto evolucionó significativamente. «Desde un proyecto como para solventar un espacio, surgió un proyecto de agregado de valor hortícola que se transformó en otros productos como la caléndula deshidratada o el levístico deshidratado y otros que también surgen de la huerta y de esta idea de agregar valor en origen que siempre me conquistó desde mi carrera de economía agraria». Cristina encontró en la huerta el nicho que buscaba: «Siempre pregoné por eso, en la lana es muy difícil hacerlo y encontré el nicho».
El espacio productivo mantiene su ubicación original pero con adaptaciones: «El espacio del casco es el mismo de siempre y después hay unas secciones que están en el campo donde cultivamos el ajo con tractor y otras herramientas».
Se trata de «un espacio a cielo abierto que tiene un pequeño invernáculo» y está estratégicamente subdividido con fruta fina para crear microclimas que protejan los cultivos del intenso viento fueguino.
«Todas las hortalizas tienen que crecer muy rápido y hay que tratar de que la temperatura, que no es mucha, se aproveche bien en el crecimiento», explicó finalmente Cristina Goodall sobre los desafíos del clima local.


