El director Ejecutivo de la UIF analizó un año complejo en el sector electrónica, con producción estable pero ventas bajas, y expuso los desafíos ante la liberación de importaciones.
Ramiro Caballero, director Ejecutivo de la Unión Industrial Fueguina, describió un año complejo para el sector electrónico en Tierra del Fuego. “No están mal las producciones que venimos generalmente en la industria promocional. Pero hay muy bajo consumo”, afirmó en El Delivery TDF.
Explicó que el esfuerzo estuvo en mantener la actividad y el empleo, lo que resultó en volúmenes de fabricación similares a lo largo del año. Sin embargo, admitió con franqueza que “las ventas han sido muy bajas en la gran mayoría de los productos”.
El directivo detalló una situación paradójica: “Inclusive tenemos mejores producciones que el año pasado”, un período que ya fue calificado como muy bajo. Esta dinámica generó un desequilibrio significativo. “Terminás un año con una producción medianamente lograda, si se quiere, pero al mismo tiempo sin un impacto en las ventas”, señaló. El resultado tangible es un exceso de inventario: “Tenés mucho stock de mercadería. Súmale eso a la importación, súmale incertidumbre”.
La perspectiva para 2026 se presenta con poca claridad. Caballero reconoció que la incertidumbre es generalizada, incluso para las autoridades que buscan proyecciones.
Un factor de posible alivio sería la demanda asociada al próximo Mundial de Fútbol, aunque el panorama es más crítico para productos como los celulares, que enfrentarán arancel cero desde mediados de enero.
Ante este escenario, el sector trabajó en múltiples frentes para mejorar su competitividad. “Se trabajaron mil situaciones”, aseguró Caballero, mencionando modificaciones en decretos nacionales para mejorar la cadena comercial y esfuerzos en logística.
Un eje crucial fue redefinir la relación con los grandes comercios, socios estratégicos tradicionales, para evitar una migración total a productos importados. “Para no lastimar relaciones de años, se trabajó en la oportunidad de vender directamente o de sostener a aquel que lo comercializaba”, explicó.
También se revisó el proceso productivo, flexibilizando los niveles de despiece requeridos para abaratar costos. “Si el insumo, traerlo me sale más caro o se asimila casi al valor del producto terminado, ¿cómo voy a ser competitivo?”, se preguntó.
Esta adaptación, aunque necesaria, intensifica el debate sobre el modelo industrial. Caballero reflexionó: “No le tengo miedo a la palabra ensamblador”, enfatizando que el valor hoy reside en la incorporación de sistemas y tecnología, que continúa realizándose localmente.
El desafío inmediato es claro: lograr que el consumidor argentino pueda y priorice adquirir los productos fabricados en la provincia.


