UNICEF Argentina reveló una caída significativa en la pobreza infantil y adolescente: el porcentaje de hogares con ingresos insuficientes bajó del 48% al 31% en el último año, según la 9ª Encuesta Rápida sobre condiciones económicas y sociales. El informe muestra un alivio en los sectores más vulnerables, que recuperaron capacidad para cubrir gastos básicos como útiles escolares, vestimenta y alimentación.
La mejora se refleja también en el acceso a servicios esenciales. La proporción de familias que no puede llevar a sus hijos al médico o dentista por falta de recursos cayó ocho puntos porcentuales, y quienes debieron restringir comidas bajaron del 52% al 30%. Sin embargo, UNICEF advierte que este avance convive con un nuevo riesgo: el aumento del endeudamiento, especialmente entre los sectores medios.
El 31% de los hogares tiene deudas con bancos, tarjetas o prestamistas, y si se incluyen créditos por billeteras virtuales o mecanismos informales, el porcentaje asciende al 45%. Cuatro de cada diez familias dejaron de pagar algún servicio y un 16% enfrenta dificultades para cubrir los gastos de las tarjetas de crédito. Uno de cada diez hogares tuvo que cambiar a sus hijos de escuela o suspender la cobertura médica privada.
Rafael Ramírez Mesec, representante de UNICEF en Argentina, destacó que los avances son “frágiles” y deben consolidarse con políticas públicas sostenidas. En tanto, el especialista Sebastián Waisgrais explicó que la mejora responde a la desaceleración inflacionaria y a la continuidad de transferencias como la Asignación Universal por Hijo y la Prestación Alimentar.
Aun con la reducción de la pobreza, el 46,1% de los chicos y chicas sigue en situación de pobreza y el 10,2% en pobreza extrema. El incumplimiento de la cuota alimentaria persiste, afectando al 52% de las madres que deberían recibirla.
Para UNICEF, los próximos desafíos son claros: sostener los programas de protección de ingresos, fortalecer la inclusión de los sectores medios y asegurar que la mejora económica llegue a todos los hogares. “Que los indicadores mejoren no significa que la vida sea fácil —dijo Waisgrais—, pero sí que los factores que la hacían más difícil empiezan a retroceder. Consolidar este cambio requiere decisiones que prioricen a la infancia y apuesten a un futuro con menos desigualdad.”


