Bronzovich analizó el vínculo entre Milei y Estados Unidos y subrayó que toda relación internacional es transaccional —“siempre se da algo a cambio”—. Advirtió que la clave pasa por sostener una cooperación sin caer en subordinación, y enfatizó que Tierra del Fuego, como puerta de entrada a la Antártida, puede capitalizar su posición estratégica.
En una reciente entrevista en FM Master’s, el licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Tomás Bronzovich, articuló un profundo análisis sobre la política exterior del gobierno de Javier Milei.
Desde su perspectiva, el acercamiento a Washington es claro: «desde el principio, y que esto Milei lo dejó muy bien claro en la campaña, es que la aproximación iba a ser a Estados Unidos y a Israel». Esta alineación, según Bronzovich, se ha materializado en que «Argentina es el único país que vota todo con Estados Unidos y con Israel, sea lo que sea».
El analista interpretó que, en el actual contexto, esta relación «tiene que ver más con transmitir cierta calma a los mercados previo a las elecciones», funcionando como un mensaje para «transmitirle al electorado y a la sociedad argentina, bueno, tenemos el completo apoyo en este momento de los Estados Unidos, especialmente financieramente».
Sin embargo, Bronzovich expresó su escepticismo sobre los términos de este acercamiento. «Yo no creo que Estados Unidos no pida nada a cambio, a través de un acuerdo», afirmó, marcando una postura crítica.
Para el especialista, la ubicación única de Tierra del Fuego se convierte en un factor de peso en esta ecuación geopolítica. «Tierra del Fuego es la Antártida, tenemos el puerto con el mayor acceso a la Antártida», recordó, y anticipó que «va a haber una intención de avanzar con el tema de los entrenamientos conjuntos y militares con Estados Unidos», posicionando a la Argentina como el aliado regional más fuerte de Washington.
En un mundo que se debate entre dos superpotencias, Bronzovich señaló que «La administración Trump dice, ‘no podemos dejar que Milei tambalee’», especialmente en un país con la ubicación y los recursos de la Argentina.
El riesgo, para el analista, radica en la naturaleza de la negociación. «Tenemos que empezar a delimitar entre ver lo que es cooperación estratégica versus subordinación», advirtió, enfatizando que su temor es que se esté poniendo sobre la mesa un «vos vení a hacer lo que quieras, que yo necesito dólares porque si no, no llego».
Este escenario adquiere una dimensión particular para Tierra del Fuego. Bronzovich cuestionó la percepción de una región pacífica y sin hipótesis de conflicto, argumentando que «debemos tener hipótesis de conflicto geopolítico en la región porque estamos a mil kilómetros de la Antártida». La instalación de un comando conjunto estadounidense, si bien podría disuadir, “también puede incrementar las amenazas. Es un arma casi de doble filo».
La situación se complejiza con la presencia de otros actores globales. Bronzovich observó la inversión china en energía en Ushuaia y se preguntó si esto motiva a Washington a querer establecer una base. «No es lo mismo tener acá una gran inversión china y los chinos ayudándonos, sin presencia estadounidense, que los chinos ayudándonos, pero con una base de comando conjunto estadounidense acá. Cambia totalmente el panorama», concluyó, subrayando la delicada encrucijada que enfrenta la provincia en el tablero de la geopolítica global.