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Río Grande
12 de mayo de 2024

El relato de dos mujeres veteranas de Malvinas

Cuatro veteranas de Malvinas se encuentran en la provincia para participar de los actos de conmemoración por el 41° aniversario del comienzo del conflicto bélico, tanto en Ushuaia como en Río Grande. Dos de ellas, Silvia Barrera y Liliana Colino, pasaron por FM Master’s y compartieron algunas de sus vivencias de 1982.

Silvia fue instrumentadora del ejército argentino, y en 1982 estuvo embarcada durante una semana en el ARA Almte. Irizar, recibiendo heridos de Malvinas y atendiéndolos a bordo, ya que en ese entonces era buque hospital.

Liliana era enfermera de la fuerza aérea, y formó parte de uno de los increíbles vuelos a Malvinas en un avión Hércules sobre el final de la guerra, al rescate de los numerosos heridos.

Mariana Soneira y Marcia Marchesotti, de la marina mercante, son otras dos veteranas que están en la provincia. Es la primera vez que cuatro veteranas de guerra estarán juntas, en este caso en Ushuaia, Tierra del Fuego.

Liliana relató su experiencia en uno de los vuelos en Hércules, que partían siempre de noche desde Comodoro Rivadavia, con silencio de radio, a oscuras, a ras del mar, con olas de diez metros golpeando las ventanillas. “Íbamos acostados arriba de los containers, porque en los vuelos se llevaba todo lo que solicitaba Puerto Argentino” describió. “Estábamos en una zona de exclusión, con dominio marítimo y aéreo del enemigo, ya en ese momento el 20 de mayo”.

Debido a que el Hércules es un avión muy pesado y grande, que necesita un tiempo prolongado de carreteo para el despegue, y en virtud del riesgo permanente de bombardeo, la nave “carreteaba todo el tiempo en la pista, nunca aterrizaba, bajaban la panza del Hércules, primero bajábamos nosotros, descargaban los containers, nosotros corríamos atrás del avión, subíamos de nuevo y empezaban a aparecer las ambulancias marcha atrás con las puertas abiertas y arrastrábamos a los pacientes adentro del Hércules”.

No le tocó a ella particularmente, pero en caso de alerta roja, el piloto sin titubeos subía la panza del Hércules, se terminaba la evacuación y despegaba. “Es un avión tan grande que es un blanco muy fácil para bombardeo. Entonces no solo se pierde el Hércules, sino además se pierden las personas que estaban dentro, oficiales, suboficiales, civiles, soldados” añadió la veterana de guerra.

En el vuelo, ella y sus compañeros trabajaban a oscuras, con linternas en sus bocas. Dependiendo del tiempo de la alerta podían cargar desde 10 y hasta 80 heridos. En el único vuelo del que participó Liliana “nos persiguieron tres Sea Harrier y hubo que desviar la ruta. No vinimos a Comodoro directamente, vinimos hasta Tierra del Fuego, entramos por Chile y recién ahí pudimos avisar”. Consignó que los ingleses no abrieron fuego porque el piloto inmediatamente bajó y salió de la zona de exclusión. “Si hubiera ido para Comodoro… no sabemos qué pasaba”.

Silvia, por su parte, contó sobre su arribo a Puerto Argentino a bordo del Irizar. Ella trabajaba en el Hospital Militar Central, en Buenos Aires. “Piden instrumentadoras porque enfermeros tenían. Nos ofrecemos para venir como voluntarias y salimos de Aeroparque en un avión de Aerolíneas, ya vestidas de verde”.

Recuerda que fueron la sorpresa de todo el mundo “porque todavía no había mujeres dentro del ejército”. Arribadas a Río Gallegos, estuvieron un día perdidas, solas, hasta que lograron comunicarse con gente del ejército, que las trasladó hasta Punta Quilla, donde las pasó a buscar el helicóptero del Irizar, que desde Puerto Belgrano navegaba hacia Malvinas.

“En altamar tuvimos un día con encuentro con ingleses, con sus buques hospitales, hicimos un intercambio de insumos con ellos porque se habían quedado sin sangre, sin plasma, sin algunas suturas. Una vez que hicimos eso, seguimos la navegación” rememoró un episodio prácticamente desconocido en los reportes históricos. “Teníamos un montón de buques de guerra ingleses alrededor”, añadió.

Silvia reveló que la tripulación del Irizar, en un principio, las recibió “con algún prurito, siempre subestimando a la mujer, éramos jovencitas, flaquitas. Después eso pasó cuando empezamos a trabajar juntos”.

Cuando se produjo el encuentro con los ingleses, pusieron a todas las mujeres juntas en un camarote hasta que se fueron los helicópteros.

Recién cuando llegaron a Puerto Argentino los militares se dieron cuenta que ellas no eran personal con instrucción militar. “Vino la discusión, las bajamos, no las bajamos, no tienen grado militar, éramos las únicas mujeres en las islas en ese momento. Estaban ya bombardeando en los alrededores de Puerto Argentino, era 9 de junio”.

Llegaron en los días de los peores combates, por lo que recibieron a los heridos ciertamente más graves. Pero no les permitieron desembarcar, sino que debieron quedarse a trabajar a bordo del Irizar, porque esa fue la decisión que tomaron los jerarcas castrenses.

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