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Río Grande
30 de noviembre de 2025

Cómo Aerolíneas Argentinas pasó del déficit a las ganancias y lanzó el mayor plan de renovación de flota en años

La línea aérea confirmó un superávit operativo histórico y anunció la incorporación de 18 aviones con recursos propios. Recorte de costos, reordenamiento de rutas y aumento de productividad, las claves de un giro que abre una nueva etapa para la empresa.

Aerolíneas Argentinas atraviesa un punto de inflexión que, hasta hace poco, parecía improbable. Tras más de una década de pérdidas crónicas y dependencia del Estado, la compañía logró cerrar 2024 con un superávit operativo significativo y encarar 2025 sin requerir un solo peso del Tesoro para su funcionamiento diario. Ese cambio de tendencia permitió dar un paso inédito: anunciar la compra de 18 aviones nuevos —entre Airbus A330neo y Boeing 737 MAX— financiados exclusivamente con fondos propios.

El giro se explica por una combinación de decisiones administrativas y operativas que apuntaron a modernizar la estructura sin poner en riesgo la conectividad esencial. La empresa redujo su plantilla en torno al 15%, eliminó más de 80 cargos jerárquicos, cerró sucursales deficitarias y revisó rutas que acumulaban pérdidas. En paralelo, negoció mejoras en productividad con los gremios y ajustó procesos internos para hacer más eficiente la operación diaria, desde la ocupación de aviones hasta los costos asociados a mantenimiento y logística.

El resultado fue inmediato: más ingresos operativos, menos gastos improductivos y un margen de rentabilidad que cambió el humor interno y externo. El nuevo plan de flota no solo suma aeronaves más modernas y de menor consumo, sino que prepara a la compañía para competir con estándares internacionales. A partir de 2027, además, la aerolínea prevé ofrecer Wi-Fi a bordo en toda su flota, un salto de calidad hacia la experiencia del pasajero.

Este cambio también abre interrogantes. La racionalización de rutas puede implicar tensiones en regiones donde la competencia es escasa y la conectividad es estratégica para el desarrollo. Para provincias alejadas —como las patagónicas— el desafío será sostener frecuencias y tarifas razonables en un esquema de mayor disciplina financiera. La apuesta, en definitiva, será lograr que la eficiencia no se traduzca en aislamiento.

Aun así, el caso Aerolíneas deja una señal clara: con gestión profesional, control de gastos y planificación a largo plazo, una empresa pública puede dejar atrás la lógica del déficit estructural. La nueva etapa recién empieza, pero el giro ya ofrece un marco para pensar políticas de transporte más sostenibles y orientadas al desarrollo federal.

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