Cada fin de año vivimos con la idea de que el 31 de diciembre se termina el mundo, y cuando hacemos el balance del año nos ataca la desesperación y enloquecemos por las metas no cumplidas. Es natural sentirnos estresados en el último tramo, estamos entre los planes de las vacaciones, las fiestas, las reuniones con amigos, la familia, los cierres de trabajos, los nuevos objetivos, evaluaciones, nos explota la cabeza.
Paremos, respiremos profundo y pensemos en cómo aprovechar el tiempo que le queda a este año para empezar el nuevo y para esto primero es importante, dejar la idea apocalíptica del tiempo como un final sin otro comienzo, esto nos ayudará a calmarnos y a encarar proyectos.
Busquemos algunas estrategias para organizarnos, una hoja de ruta, una agenda o plan de trabajo podrían resultar útiles.
Empecemos:
1- Organizar la agenda
Programar el trabajo y cumplir con las fechas límite, nos puede ayudar a no olvidarnos de las cosas por hacer y sobre todo a no correr a último momento.
2- Definir las tareas
Es importante saber cuáles serán las tareas diarias y qué información necesitamos para llevarlas a cabo. Determinar un horario para empezar y otro para terminar, evitemos que las tareas se superpongan a menos que se complementen en la ejecución de un proyecto.
3- Establecer un tiempo personal
Decidir cuándo descansar y no sobre exigirnos. El ocio es necesario para despejar la mente y recargar energía.
4- Aprender a decir «no»
Si no tenemos el tiempo y los recursos para hacer una tarea, es mejor no tomar compromisos que no se puedan cumplir.
Las metas son posibles cuando su obtención depende de cada uno
5- Auto motivarse
Innovar y generar desafíos producirán un quiebre en la rutina, esto nos abrirá la perspectiva de nuevos objetivos más estimulantes para el próximo período.
Para algunos especialistas en Psiquiatría, el fin de un año es tomado como un momento de balance y suele traer tristeza o depresión en la medida que no se alcanzaron los ideales propuestos, lo importante es saber que las metas son posibles cuando concretarlas depende de cada uno. Aquellas metas que dependen de otras circunstancias que no sean las propias son irrealizables. No se puede tener como objetivo perder 50 kilos en dos meses, pero sí perder 500 gramos por semana y además cada vez que se logre incrementa la autoestima.
Seguir metas que no dependen de uno crea objetivos inalcanzables, depresión ante el fracaso y pérdida de interés por nuevas metas como forma de protegerse de la próxima frustración.
Para finalizar pensemos en las posibilidades que se abren ante un nuevo comienzo.
FUENTE: INFOBAE