La Casa Rosada evalúa convocar a dos tandas de extraordinarias, en diciembre y febrero, para garantizar el tratamiento del Presupuesto y las reformas estructurales. Oficialismo y oposición afinan estrategias ante un escenario de negociación permanente.
El Gobierno planea desdoblar las sesiones extraordinarias del Congreso entre diciembre y febrero, una jugada que busca administrar los tiempos legislativos y mantener a raya las tensiones políticas durante el verano. Según adelantaron fuentes del oficialismo a Ámbito, la intención es garantizar la aprobación de los proyectos prioritarios del Ejecutivo, entre ellos el Presupuesto 2026, y preparar el terreno para el paquete de reformas estructurales que impulsa Javier Milei.
El esquema prevé una primera etapa de sesiones en diciembre, con foco en las leyes económicas y fiscales, y una segunda en febrero, más orientada a los temas políticos y de gestión. El objetivo es darle aire al Congreso sin perder ritmo legislativo, evitando que el clima electoral provincial y los conflictos sindicales de verano frenen la agenda libertaria.
En la Cámara de Diputados, el presidente del cuerpo, Martín Menem, trabaja junto al ministro del Interior, Diego Santilli, y al jefe de Gabinete, Manuel Adorni, en la coordinación con los bloques aliados. El oficialismo sabe que no tiene mayoría propia y que su margen dependerá del diálogo con los espacios federales y los gobernadores.
Desde la oposición dialoguista, anticipan que acompañarán los proyectos “que tengan sentido fiscal y desarrollo federal”, aunque ponen condiciones: mayor coparticipación para las provincias, alivio en las tarifas y un esquema de inversión en infraestructura. “El Gobierno deberá mostrar que aprendió a negociar”, señaló un referente radical.
El otro frente es el kirchnerismo, que busca reposicionarse tras el reacomodamiento interno del PJ y advierte sobre un “avance del Ejecutivo sobre el Congreso”. En el Senado, la vicepresidenta Victoria Villarruel también deberá mediar entre la presión del oficialismo y los reclamos de la oposición.
El desafío central será construir acuerdos en un Parlamento fragmentado, donde cada voto puede definir la suerte del programa económico. La apuesta del Gobierno es sostener la iniciativa política en un escenario de desconfianza mutua y mostrar capacidad de gestión antes del próximo año electoral.
Si logra superar el verano con leyes clave aprobadas, Milei podría llegar a marzo con un mensaje potente para abrir las sesiones ordinarias: la consolidación de una nueva etapa de poder político y equilibrio institucional.


