El emprendedor fueguino relata la historia de su taller textil, un proyecto que combina el legado ovejero de su familia con la búsqueda de agregar valor a la lana patagónica mediante procesos artesanales.
En el marco de una tradición familiar profundamente ligada al emprendimiento en Tierra del Fuego, Martín Pastoriza ha dado nueva vida a Onaland, su taller textil en Río Grande.
El proyecto, que rescata el valor de la lana local, nació de charlas informales. “Nace de esas charlas de sobremesas en la estancia, de pensar y hablar sobre cómo le podíamos agregar valor a la lana, porque sabíamos que teníamos una materia prima de calidad excelente y reconocida internacionalmente, pero nos parecía una pena que no haya un producto terminado con esas lanas”, explica Pastoriza.
La iniciativa actual es un resurgimiento: “Onaland es un resurgimiento de un proyecto anterior que tuve muchos años atrás. Empezamos con el proyecto cuando yo estaba casado con mi ex mujer, la madre de mis hijos, empezamos el proyecto, es más, lo empezamos en Ushuaia. Lo tuvimos poco tiempo, cerramos, pasaron muchos años y yo lo refloto hace casi ocho años atrás”.
La decisión de retomar esta actividad siempre estuvo presente “porque yo había cerrado el proyecto anterior por decisiones personales que nada tenían que ver con el proyecto. Entonces siempre sentí que no le había dado la posibilidad de desarrollarlo como se debe”, confiesa.
El taller opera actualmente de manera sencilla, pero con planes de expansión. “En este momento es un taller muy sencillo, muy chico, en un espacio muy limitado. Estamos trabajando con un solo telar en este momento. Y yo no tejo, yo enseño a tejer”. Según sus presunciones, muy pronto crecerá: “Ahora en octubre vamos a pegar un pequeño salto muy esperado y vamos a poder crecer, hacer agrandar la infraestructura, juntar el taller con el local que está enfrente y poder sumar dos telares más”.
Un aspecto clave para Pastoriza es la transparencia del proceso: “Siempre quise poder tener el local con el taller para que la gente pueda ver los procesos en el lugar. Que sea un atractivo cultural, turístico, en sí mismo”.
La capacitación del personal es una tarea que asume personalmente, dado el carácter específico del oficio. “Todas las personas que han pasado por Onaland y que están trabajando hoy en Onaland, las entrené yo, les enseñé yo. Y lo lindo es que en ese proceso de aprendizaje es ver cómo la gente se apasiona con el trabajo y lo disfruta”.
La producción comenzó con mantas, su producto principal, y se ha diversificado. La materia prima es fundamental y se selecciona meticulosamente, son lanas de trazabilidad 100% patagónicas, con parámetros objetivos de calidad.
Como cierre, Martín Pastoriza revela una novedad: “Dentro de poco vamos a incorporar también una línea de mantas hechas con lanas Merino”.