Una niña de cuatro años, inspirada por los actos escolares y los símbolos patrios, desea viajar a las islas. Su madre impulsa una campaña de venta de escarapelas para financiar el viaje y contribuir a reafirmar la soberanía desde la infancia.
La historia de Emilia, una niña fueguina de apenas cuatro años, ha conmovido a miles en las redes sociales. Su deseo de viajar a las Islas Malvinas no es un capricho infantil, sino el resultado de un aprendizaje temprano sobre soberanía e identidad. Su madre, María Fe Jañez, relató en FM Master’s cómo surgió este anhelo y los esfuerzos que están realizando para hacerlo realidad.
Todo comenzó cuando Emilia ingresó a la salita de tres en el jardín Rosarito Vera de Río Grande. Los actos escolares, el himno nacional y la Marcha de Malvinas captaron su atención. «Empezó a hacer preguntas, y dentro de lo que yo sabía y con el apoyo de la familia, le fuimos contando la historia, acompañados de videos de YouTube adaptados a su edad», explicó Jañez. Lo que siguió fue inesperado: durante una conversación sobre vacaciones, la niña afirmó que quería ir a Malvinas. «Me quedé helada. No esperaba esa respuesta, pero insistió varias veces. Ahí nos pusimos a investigar cómo hacerlo posible», recordó.
El viaje no es sencillo ni económico. Los vuelos parten una vez al mes desde Río Gallegos, y además del pasaporte, existen requisitos burocráticos para ingresar al territorio. «Al principio pensábamos salir desde Chile, pero luego entendí la importancia de partir desde suelo argentino», detalló Jañez.
Ante los elevados costos, la familia optó por una campaña de venta de escarapelas. «Todo lo recaudado se destinará al viaje. Queremos que Emilia pise las islas, pero también que esto sirva para visibilizar que Malvinas es un destino posible y cercano para los fueguinos», afirmó.
La iniciativa trasciende el plano personal. Para Jañez, el interés de su hija refleja la importancia de «malvinizar» desde la infancia. «En Tierra del Fuego respiramos Malvinas. Es crucial que los niños crezcan con ese conocimiento y amor por lo nuestro», sostuvo. La mamá destacó el rol de la escuela, pero también el acompañamiento familiar: «Los chicos llegan con dudas, y debemos estar ahí para responderlas, no dejar que quede solo en lo institucional».
La historia de Emilia se viralizó a través del Instagram de su madre (@marjanez), donde se la ve explicando con inocencia la causa Malvinas y mostrando su bandera argentina. «Documentar esto es un orgullo. Emilia ya sabe que las islas son argentinas y que algún día las recorrerá», expresó Jañez. La cuenta también servirá para coordinar la venta de escarapelas y sumar apoyos.
El relato conecta con casos como el de Tiago, el niño de Comodoro Rivadavia que defendió la soberanía ante su maestra, demostrando cómo las nuevas generaciones pueden ser voceras de la causa. Ellos tienen una herramienta poderosa: la pureza de su mirada. Cuando un niño habla de Malvinas, remueve conciencias.
Mientras María Fe Jañez avanza en los preparativos, el viaje se ha convertido en un símbolo. No solo es el sueño de una niña, sino un recordatorio de que la reivindicación soberana se construye desde la educación, la memoria y los gestos cotidianos. «Queremos que Emilia sienta que Malvinas es parte de su hogar. Y ojalá esto inspire a otros a visitarlas», concluyó.
En Tierra del Fuego, donde la causa es una bandera colectiva, la historia de madre e hija ya dejó una enseñanza: la patria también se aprende jugando.