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Río Grande
12 de agosto de 2025

Por el escándalo con el fentanilo contaminado, la DEA pone el foco en Tierra del Fuego y le apunta a la UIF

Ámbito accedió al último reporte del organismo antinarcóticos en el que alerta por zonas francas. Advierte que es 100 veces más potente que la heroína y señala ausencia de recursos para combatir el lavado en Argentina. Los nexos de HLB Pharma.

Ampollas contaminadas, robo de dosis de uso medicinal, visitadores médicos y enfermeros vendiendo a adictos bajo la irresistible oferta de “no te quedes sin la tuya”, empresarios con vínculos diversos con la política, las rutas nacionales que comunican a numerosas provincias, las porosas fronteras y laboratorios precarios montados rápidamente, entre otros elementos, aparecen en el mapa del fentanilo en Argentina.

Nada extraño para cualquiera que estuviera mirando la epidemia de opioides que afecta a, por ejemplo Estados Unidos, desde hace una década. Sin embargo, casos como el conocido como Puerta 8 (2022) y el medio centenar de muertes en el Hospital Italiano de La Plata hacen que el tema tenga una presencia cada vez más importante en la agenda pública.

Antes de avanzar, cabe señalar que, en Argentina, el fentanilo es una sustancia de uso medicinal alcanzada por las Leyes N° 23.737, de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, y N° 17.818, de estupefacientes de uso legal. Los listados de estupefacientes se han ido actualizando y ya contiene al menos 133 análogos.

En este contexto, mientras provincias como Buenos Aires y Córdoba subrayan que no registran un ascenso abrupto en el consumo de fentanilo, la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, emitió su reporte anual, en el que alude al primer año de gobierno de Javier Milei y el retorno a la cartera de Seguridad de Patricia Bullrich, una de sus alumnas predilectas.

En él, saluda algunas modificaciones legislativas y el hecho de que se envíen agentes de las fuerzas federales a los cursos que brinda la DEA (espacios clave para su cooptación), pero, a la vez, advierte enfáticamente que “las vulnerabilidades de Argentina en materia de lavado de activos y financiamiento del terrorismo se derivan del contrabando, el narcotráfico, la corrupción pública y la evasión fiscal, y se ven agravadas por la deficiente supervisión en los servicios financieros, el sector inmobiliario y el juego. Una economía con un alto nivel de liquidez y un amplio sector informal también contribuyen a la exposición de Argentina”.

En un señalamiento directo al Gobierno nacional, subrayan que una parte de sus fragilidades se debe al trabajo de “la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) con recursos limitados, las demoras judiciales y la mínima supervisión limitan la aplicación de las leyes, lo que resulta en bajas tasas de condenas”.

Una mención sorprende porque no es usual en este tipo de documentos. La DEA, desde hace décadas, hace hincapié sobre la falta de control fronterizo fundamentalmente en el NEA y NOA, sin embargo la novedad es que esta vez incorporó a Tierra del Fuego: “Las 10 zonas francas de Argentina y un área aduanera especial en la provincia de Tierra del Fuego carecen de controles suficientes para prevenir el contrabando de grandes cantidades de efectivo y el tráfico de drogas”, dicen. Llamativamente, este reporte no tuvo lugar en la discusión pública.

No obstante, ya en su reporte de 2024, la DEA hacía una mención solapada, sin muchas precisiones, al tráfico de fentanilo hacia Argentina, Chile y Uruguay. En ese documento, refiriéndose a Perú, país clave en la ruta andina, la DEA aconsejaba que siguiera “fomentando una comunicación eficiente y desarrollando programas multifacéticos de seguridad, inteligencia y antidrogas para abordar los desafíos de la producción de cocaína y prepararse para la eventual entrada del tráfico clandestino de fentanilo, como ya lo han experimentado otros países de la región (Chile, Uruguay y Argentina)”.

Un dato llamativo que pasó desapercibido. En las planillas del personal de la Casa Blanca en el exterior sigue apareciendo John Wallace como el jefe de la oficina en Buenos Aires y Montevideo, sin embargo Wallace se encuentra en Chantilly, Virginia, formando parte de la División de Operaciones Especiales de la DEA.

Las alertas de la DEA se dan en un marco en que la amenaza del fentanilo, que según el señalado informe registró un descenso del consumo en Estados Unidos, aparece en Argentina de diversas maneras, ya sea por contaminación en el uso médico como se dio en el caso de La Plata, provincia de Buenos Aires, o por el robo o tráfico como en el caso de las seis personas detenidas en Posadas, Misiones, durante una entrega vigilada pactada en marzo de este año.

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