Con 180 alumnos y un edificio que ya no da abasto, el CAAD busca construir su propia sede. Fernanda Gaillard, su directora, detalló los desafíos de una institución que, más que educar, sostiene vidas.
En medio del receso invernal, Fernanda Gaillard, directora del Centro de Actividades Alternativas para Personas con Discapacidad (CAAD) de la ciudad de Ushuaia, sigue atenta a las necesidades de las 180 personas que asisten a la institución. Desde niños de 7 años hasta adultos de 73, el CAAD es un pilar para familias que encuentran allí no solo educación, sino contención, alimentación y redes de apoyo. Con una lista de espera creciente y un edificio prestado que ya no da abasto, el proyecto más urgente es construir una sede propia en un terreno de la calle Kupanaka.
«No podemos despegarnos, incluso en vacaciones», admitió Gaillard en diálogo con FM Master’s. El CAAD, dependiente del Ministerio de Educación pero sostenido también por una cooperadora escolar, funciona con 70 docentes y voluntarios que trabajan por talleres: cerámica, carpintería, radio, natación y hasta acompañamiento pedagógico. «Separamos a los alumnos por capacidades prácticas, no por discapacidad. Así se ayudan entre ellos, y eso enriquece el aprendizaje», explicó.
La institución, creada hace 28 años, hoy recibe a personas que llegaron siendo niños y hoy superan los 40 años. «Crecimos con ellos. Algunos empezaron con cinco años y hoy tienen 35. Es un vínculo que trasciende lo institucional», destacó luego.
El edificio actual,prestado por la obra social provincial, fue diseñado para 30 personas. Hoy alberga a 250 entre alumnos y staff. «Tenemos familias esperando un lugar, pero no podemos recibirlas», lamentó Gaillard. El proyecto de construcción, en etapa inicial, busca levantar 112 m² con dos aulas, un salón multiuso y baños adaptados.
Para financiarlo, la cooperadora organiza una ultramaratón: El legislador Federico Sciurano correrá 230 km desde Río Grande a Ushuaia en octubre. «Necesitamos sponsors, pero también que la gente nos conozca. Solo viendo nuestro trabajo entienden por qué urge un espacio digno», afirmó.
Más allá de lo edilicio, el CAAD enfrenta desafíos cotidianos: falta de transporte adaptado, terapias suspendidas y familias exhaustas. «Hay padres que nos dicen: ‘Estas cuatro horas son mi único respiro’», revela Gaillard. Pero el foco, insiste, está en «no quedarnos en la queja». Ejemplo de ello son las redes con otras instituciones y la insistencia en gestionar soluciones. «El Estado cubre salarios y comedor, pero hay necesidades que exceden eso. Por eso innovamos», aclaró.
Quienes deseen colaborar pueden acercarse al CAAD, contactarse por redes (@caadushuaia) o sumarse a la campaña Una causa que nos une. «Soñamos con inaugurar las primeras aulas en mayo de 2026», cerró Fernanda Gaillard. Mientras tanto, el ruido de los talleres sigue llenando cada rincón del precario edificio, testimonio de una lucha que no se detiene.