Por Yolanda Dips.
Eran jóvenes, idealistas y estaban enamorados. Juan Carlos Mora “el Chino” y Silvia Amanda González, oriundos de esta ciudad, desaparecieron de La Plata el 1 de diciembre de 1976. Como tantos fueguinos, habían emigrado a la capital bonaerense para estudiar. En abril de 1976 se casaron y cuando fueron secuestrados ella estaba embarazada.
Silvia había nacido el 20 de abril de 1958 en Monte Grande, provincia de Buenos Aires. Juan Carlos el 24 de enero de 1956 en Río Grande, provincia de Tierra del Fuego. Solo tenían 18 y 20 años, y muchas ganas de cambiar el mundo, de construir un país distinto, desde la militancia y la lucha.
Después de casi cuatro décadas de estar desaparecidos, los restos de ambos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense – EAAF. “Silvia había sido inhumada como NN en el cementerio municipal de Avellaneda durante el primer semestre del año 1977. Esto fue confirmado por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Ciudad de Buenos Aires, el 11 de marzo de 2010. El EAAF restituyó los restos de la joven a sus familiares el 23 de marzo del mismo año” señala un informe de Abuelas. “Juan Carlos fue inhumado en el Cementerio Municipal de San Martín; su cuerpo ingresó en los registros como muerto en un enfrentamiento sucedido en la vía pública de la zona de Ciudadela el 3 de febrero de 1977. La identificación de sus restos fue certificada el 9 de junio de 2011 por resolución 10/11 de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Ciudad de Buenos Aires”.
Los restos de Juan Carlos hoy descansan junto a los de sus padres en Mar del Plata. Los de Silvia en La Plata. El hijo de ambos, que debió nacer en cautiverio, todavía no fue encontrado.
La mamá de Juan Carlos, Elsa, se había unido a Abuelas de Mar del Plata desde que supo que tenía un nieto desaparecido. Sin embargo, y pese a la intensa búsqueda murió antes de poder darle un abrazo.
Estudioso y solidario
Carlos Maida, amigo de Juan Carlos de la época de la escuela secundaria lo recuerda como “un tipo calladito, prolijo, estudioso, sin dudas el mejor alumno del curso” y solidario. Para el acto del aniversario del Golpe de Estado de 2018, lo recordaba con estas palabras. “Cuando nos fuimos a estudiar a La Plata en 1974, de inmediato ingresamos a la Juventud Peronista, en cada facultad. El chino había elegido medicina. Trabajaba para costearse los estudios. Por supuesto que seguía siendo un buen estudiante.
En La Plata, de vez en cuando nos veíamos y pasábamos horas discutiendo política e intercambiando experiencias de militancia universitaria.
Al regreso del primer año, se engancha en Río Grande con Silvia González y al poco tiempo deciden casarse e irse a vivir juntos. El chino no había cumplido los 20 y Silvia tenía apenas 17. Ambos Vivian en una pensión, frente a la Delegación de la Policía Federal de La Plata.
Se los veía felices y esperanzados, siempre juntos.
El 1º de diciembre de 1976, efectivos de la Federal, los sacaron de la pensión encapuchados. Silvia presentaba un embarazo de 5 meses. Los llevaron a la comisaria “Quinta” primero y luego al “Pozo de Arana”. Silvia logró tener a su bebé y luego la mataron. El hijo de ambos, aún permanece desaparecido y es todavía uno de los hijos buscados por las Abuelas de Plaza de Mayo. Elsa Mora, que integró la organización de las abuelas, falleció sin poder ver a su nieto.
El Chino Mora supo ser un digno representante de Río Grande. Un claro exponente de una valiosa juventud y de su idiosincrasia. Un buen tipo, un buen compañero, un buen vecino, una persona con compromiso social y político. Un hombre íntegro y luchador.
Creo que las nuevas generaciones tienen en él un excelente modelo de joven”.
