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29 de marzo de 2024

Cuales son los sectores más afectados por el desarrollo de la acuicultura en el Beagle

En medio de un contexto mundial que da cuenta del avanzado deterioro ambiental perpetrado por las sociedades, resulta inminente la toma de posiciones y acciones que tengan por objeto resguardar nuestros recursos naturales. 

Desde lo local, estamos a tiempo de avanzar en políticas que ayuden a concretar éste y otros objetivos fundamentales para nuestro ambiente.

En el marco de la polémica que generó la firma del convenio -en mayo del 2018- entre Noruega y los gobiernos nacional y provincial salientes para promover la instalación de salmoneras en el canal Beagle; los docentes investigadores del Instituto de Desarrollo Económico e Innovación, de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, y ahora funcionarios del nuevo gobierno provincial Carolina Hernández y Juan Ignacio García, confeccionaron un informe              -finalizado en abril del 2019- que busca brindar las bases para un análisis económico de la acuicultura de salmónidos en la costa argentina del canal Beagle.

El mismo fue presentado en las Jornadas de Ambiente UNTDF “Desafíos ambientales presentes y futuros” desarrolladas el 15 y 16 de agosto de 2019 en Ushuaia, y en las XIII Jornadas Nacionales de Investigadores en Economías Regionales “Coyuntura y largo plazo en la transformación de los ámbitos regionales: Actores, objetos y procesos”, realizada en Buenos Aires los días 11, 12 y 13 de septiembre de 2019, en el marco institucional del CEUR-CONICET.

De los datos aportados podemos concluir (una vez más), que el modelo productivo de carácter extractivista planteado para desarrollar la salmonicultura en el Canal Beagle, traería aparejados serios riesgos ambientales y sanitarios, con un derrame altamente negativo hacia sectores productivos de la ciudad como son el turismo, la pesca artesanal y la acuicultura a baja escala

El estudio toma como referencia la experiencia chilena y el desarrollo realizado por ese país en torno a la industria salmonera a gran escala. Además, considera algunos antecedentes provenientes de un trabajo que data del año 1993 y que buscaba analizar el potencial de la acuicultura en Tierra del Fuego argentina.

Cabe aclarar que los especialistas tomaron para su análisis la etapa de engorde (realizada en el mar), “por ser la que presenta un interés concreto en el corto plazo a partir del atractivo que representan las condiciones naturales del Canal Beagle para su desarrollo”. 

En principio, se plantea la necesidad de realizar inversiones productivas donde “la más importante consiste en las plantas de engorde, incluyendo jaulas y redes Canal”, así como también la infraestructura vial, la provisión de servicios básicos como agua, luz, electricidad “que deberían abastecerse de manera autónoma” y donde “las potenciales empresas deberán garantizarlos  para la infraestructura social, laboratorio y oficina”. 

A ello hay que sumar la disposición de infraestructura para la ejecución de planes de contingencia ante fugas de peces, crisis sanitarias, mortandad elevada, entre otros, que forman parte de las situaciones habituales que se dan habitualmente en torno a esta actividad.

La práctica de la salmonicultura tiene costos ambientales que en general suelen ser irremediables. Aquí Hernández y García hacen hincapié en la necesidad de considerar “costos de protección y reparación del medio ambiente, para mitigar los efectos negativos provocados por la contaminación y deterioro de los recursos naturales”.

En esto se destaca “el rol que debe garantizar el Estado para el desarrollo sustentable de la actividad afrontando costos de construcción institucional y operativa en torno a la función de monitoreo y control”.

En este punto el marco normativo es primordial. Si bien en Chile se avanzó en regulaciones que son específicas para la actividad de la salmonicultura, “no han sido suficientes para garantizar un marco regulatorio capaz de prevenir futuras crisis” indican. En nuestra provincia la normativa mostraría diversas debilidades donde existe un escaso miramiento de la salmonicultura dentro del entramado regulatorio del territorio, “hay ausencia de contralores estatales y el criterio usado es más correctivo que preventivo”.

Sobre la relación de empleo indirecto sobre el directo, “la experiencia de Magallanes (del lado Chileno) indica que el empleo indirecto sobre el directo es mucho menor (64%), lo que en nuestro ejercicio significaría 48 empleos en lugar de 177”. 

A esta diferencia numérica hay que añadir que dentro de la actividad existen distintos perfiles de empleos donde los especializados no se encontrarían en Tierra del Fuego. 

Con todo este bagaje de información expuesto, y en una charla con EL ROMPEHIELOS García aduce que desde una perspectiva económica y ante la posible instalación de la industria de la salmonicultura en el canal Beagle, se debieran de considerar algunos elementos virtuosos para analizar su conveniencia: la generación de puestos de trabajo, la generación de riqueza y el encadenamiento con otras actividades productivas, así como los costos que implicarían su desarrollo en el territorio. 

“Dentro de los pro, la radicación de la fase de engorde podría generar puestos de trabajo directo, pero en un potencial de explotación a pleno las estimaciones indican que sólo serían cerca de 75, donde muchos corresponderían a perfiles especializados  con los que hoy no cuenta la provincia. Teniendo en cuenta este punto, se puede aseverar que la posibilidad de generación de riqueza y de encadenamiento con otras actividades productivas es muy limitada” destaca el funcionario.

Por otra parte afirma que “los costos sobre otras actividades productivas como el turismo, la cual está vinculada a vender una experiencia asociada a lo prístino, o al fin del mundo por ejemplo, está muy lejos de tener que ver con todo lo que genera el desarrollo de una actividad salmonícola y donde todo el residuo asociado a la actividad atenta contra el patrimonio paisajístico y natural de la provincia”.

“En definitiva existen costos económicos que debería afrontar el territorio y existen beneficios económicos que son muy limitados, y que serían apropiados por los dueños de las empresas y no por el territorio por la falta de derrame en términos de empleo y otras actividades productivas”, concluye García.  

Fuente: EL ROMPEHIELOS

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